El viaje de... Isabel y Javier a Sudáfrica

El viaje de...  Isabel y Javier a Sudáfrica
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Nuevamente abrimos este espacio a las experiencia de viaje de nuestros lectores, y son ellos en primera persona que nos lo cuentan. En este caso Isabel y Javier estuvieron de viaje en Sudáfrica y nos cuentan aquí un capítulo del recorrido: Parque Nacional Addo y Reservas Cabo Este.

África tiene algo que cala muy hondo en el corazón. No sé si son sus brillantes colores, que van del verde suave de la sabana al rojo púrpura de sus espectaculares puestas de sol, sin olvidar el intenso azul del cielo y el marrón anaranjado de su tierra fértil. O quizá sea la sensación de que el reloj ha dado marcha atrás y estamos viviendo como nuestros antepasados, en plena unión con la naturaleza.

Siempre habíamos sentido su llamada pero el temor a las vacunas nos detenía. Afortunadamente, encontramos en Sudáfrica una zona libre de malaria donde poder por fin hacer realidad y poder vivir nuestro sueño. Se trata de la zona del Cabo Este, donde se halla el Parque Nacional de Addo y varias reservas privadas en las que se puede contemplar gran diversidad de animales en su hábitat natural y sin barreras, puesto que los safaris se realizan en vehículos abiertos.

el viaje de Isabel y Javier

La primera vez que fuimos al Parque Addo y avistamos a una familia de cinco elefantes acercándose a beber a una charca, nuestro corazón dio un vuelco e incluso algunas lágrimas de emoción asomaron a nuestros ojos al ver cómo jugaba una cría con su madre. Era como en los documentales pero esta vez no éramos meros espectadores sino parte de la acción. Esto era sólo un aperitivo de todo lo que nos esperaba.

En la reserva de Amakhala cebras y búfalos convivían en libre armonía permitiéndonos ser testigos de sus quehaceres cotidianos, como alimentarse, refrescarse o proteger a sus crías de posibles depredadores camuflándolas entre el resto de la manada. Más adelante algunas jirafas alzaban su majestuoso cuello a fin de alcanzar las ramas más altas de los arbustos. De repente, nuestro guía detuvo el vehículo sobre un promontorio desde el que se contemplaba toda la planicie con el río Bushman a nuestros pies retorciéndose en meandros imposibles y, sacando una sencilla mesa de madera y una bandeja, pudimos degustar unas exquisitas especialidades locales con el único sonido de fondo de los guepardos que acechaban nuestra posición.

Momento maravilloso y difícil de olvidar. Pero todavía nos aguardaba una sorpresa para el final. Así, en completo silencio nos aproximamos a la zona donde se hallaban los leones. Antes de poderlos avistar, escuchamos tras unos arbustos sus aterradores y estremecedores rugidos. A escasos diez metros y sobre el lado izquierdo contemplamos a una leona descansando apaciblemente mientras, a la derecha, un fiero león de larga melena nos observaba desafiante. De repente el león se levantó y comenzó a caminar hacia nosotros. Casi dejamos de respirar y ni siquiera nos atrevíamos a parpadear hasta que se detuvo y volvió a tumbarse, lo cual devolvió el aire a nuestros pulmones.

Visitamos más reservas como Pumba, Sibuya o Kariega y cada una nos mostraba un encanto diferente que la hacía única. El safari nocturno en Pumba para ver cazar a los leones es una descarga de adrenalina de alto voltaje que contrasta con la paz que se siente en el crucero por el bello río Kariega o la sonrisa que se dibuja al ver a una familia de rinocerontes en Sibuya, con su pequeña cría dormitando segura bajo la atenta mirada materna.

el viaje de Isabel y Javier

Paisajes espectaculares, cientos de antílopes de 18 clases diferentes, monos, cebras, jirafas, chacales, warthogs, búfalos, elefantes, leones, rinocerontes y hasta hipopótamos. Todos ellos nos miraban con curiosidad pero amigables y nos permitían ser parte de su entorno y su hábitat. Bueno, no todos, pues un enorme elefante, tal vez molesto y desafiante por la intrusión, arrancó tras nuestro vehículo y nos persiguió durante algunos metros que se hicieron eternos en la reserva de Sibuya. Sin embargo, habíamos de ser recompensados por este sobresalto y, en nuestro último día en el Parque Addo, una manada de más de sesenta elefantes vinieron a beber y jugar en la charca a escasos cinco metros de nuestro vehículo.

Ese día nos esperaban más sorpresas, porque en el área de conservación de Daniell Cheetah pudimos acariciar a un guepardo y, lo mejor y más maravilloso, tener en brazos y jugar con dos crías de león!

Jamás olvidaremos este viaje porque permanecerá grabado para siempre en nuestra memoria y en nuestro corazón.

Por lo visto, esta experiencia de viaje a Sudáfrica ha calado hondo en Isabel y Javier. Si te has quedado con ganas de mas, puedes leer el relato completo paso a paso en su blog: Zima Viajes.

Gracias a Isabel y Javier por compartir con todos nosotros una porción de su viaje. Si quieres enviarnos tu relato, puedes hacernos llegar un texto de aproximadamente 700 palabras y 2 o 3 fotos personales de tu viaje a través de nuestro formulario de contacto.

Fotos | Isabel y Javier
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