Os continuo narrando mi aventura en mi viaje a través de un tramo de la Ruta66, iniciada en Mi experiencia conduciendo por la mítica Ruta66 y Williams y la venta de souvenirs, justo cuando el Chevrolet que conducía llegó a Kingman, posiblemente la localidad más grande y moderna de todas cuanto nos habíamos encontrado desde Williams.
Nuestro principal objetivo en Kingman era comer en un diner que parecía haberse quedado congelado en los años ´50, el Mr D´z. Como si de repente fueras Danny Sucko en la película Grease. Su dirección es 105 E Andy Devine Ave.
Al otro lado de la calle también encontraréis el museo de la Ruta66, aunque éste sí que es de pago.
No tardamos en proseguir nuestro viaje, porque aún nos quedaba por cruzar el desierto de Mojave. Una ruta tan árida y desangelada que, antes de entrar en él te advierten mediante diversos carteles que llenes el tanque de combustible de tu vehículo y te proveas de botellas de agua: imagina que tu coche se avería en mitad del desierto, bajo un sol de mil diablos, a un temperatura que en ocasiones supera los 40 ºC.
El viaje por este tramo es casi legendario. Te sientes como Kerouac. Como si condujeras una caravana del Oeste. O como Eastwood al galope, dirigiéndote hacia el ocaso. Con el aire acondicionado a tope, pues, pisé el acelerador, activé el Cruise Control, y nos deleitamos durante unas cuantas horas con el paisaje crepuscular. Muy a lo lejos, en el horizonte, avirozamos una tormenta con mucho aparato eléctrico. Nos llovió un poco.Luego regresó de nuevo el sol de justicia. Y progresivamente, casi sin darnos cuenta, las rectilíneas carreteras de doble sentido dieron lugar a las enormes autopistas Interestatales que nos invitaban a entrar en la populosa y megalomaníaca Los Ángeles. Allí donde moría la Ruta 66. Justo frente al mar Atlántico.
Pero eso os lo contaré en otra ocasión.
Fotos | Sergio Parra En Diario del Viajero | La carretera de Lincoln: la antigua ruta que atraviesa EEUU | Motel Wigwam: dormir en una tienda india