La llamada de África: Namibia y el desierto de Namib

La llamada de África: Namibia y el desierto de Namib
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Silencio, arena, territorios desahitados, pura naturaleza...Desde Zimbabwe hoy en la "Llamada de África" nos desplazamos hacia el oeste para llegar hasta Namibia. Nos esperan descensos vertiginosos en quads por dunas de más de cuarenta metros de altura en el desierto de Namib.

Pero antes de nada deberemos llegar a Windhoek, la capital de Namibia. Lo haremos o bien por tierra desde los países colindantes, Sudáfrica, Zambia, Botswana,... o en avión. Después de haber recorrido países como Mozambique, Zimbabwe, Malawi,... llegar a la capital de Namibia es como llegar a cualquier ciudad norte américana. El contraste es notable con otros países del África negra.

Antes del descubrimiento por el explorador portugués Bartolomé Díaz del cabo de Buena Esperanza en lo que hoy es Sudáfrica, este navegante portugués recorrió estas tierras. La aridez del territorio no invitó a la colonización en aquel momento.

Y es que gran parte del país, menos en algunas zonas del norte donde se encuentra el Parque Nacional de Etosha, que con una fauna muy variada es uno de los más bellos de África, el desierto monopoliza el paisaje. Una muralla de dunas de gran tamaño se alarga dibujando la costa atlántica. El viento y las olas moldean esta región a su antojo.

Namibia es un país con población reducida teniendo en cuenta el tamaño de su territorio. Tan sólo viven en esta región africana 2.055.080 habitantes. Aún así cuenta con muchos grupos étnicos diferentes. El grupo más grande es el de los ovambos.

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Holandeses e ingleses estuvieron en la zona, pero la huella más notable la dejaron los alemanes que tomaron posesión del territorio en 1840 y la colonizaron con el nombre de África del Sudoeste Alemana. Perdieron la posesión del país después de la derrota en la Primer Guerra Mundial.

Desde la capital hoy nos dirigiremos hacia el sur, nuestra intención es adentrarnos en el desierto de Namib, la región árida más antigua del planeta. De camino al Namib Naukluft Park, donde visitaremos el área de Sossusvlei, lugar que guarda las dunas más altas del mundo, nos detendremos en este primer acercamiento a Namibia en Swakopmund, ciudad balnearía situada en la costa atlántica.

Una vez alquilado un coche, (ya que el transporte en Namibia es bien restringido en determinadas zonas) y los elementos necesarios para hacer camping (tienda de campaña imprescindible) nos dirigimos hacia el oeste desde la capital. Recomiendo especialmente alquilar un coche adecuado aunque sea más costoso.

En mi caso por ahorrarnos un poco de dinero, tuvimos algunas dificultades más que importantes en deterinadas rutas de ripio (no conducir a más de 80 km/h por dichos caminos).

Swakopmund

Se trata de uno de los mejores ejemplos conservados de la arquitectura colonial alemana en el mundo. Fue fundada en 1892 como puerto principal del África del Sudoeste Alemana.

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Swakopmund es una ciudad costera que parece un escenario sacado de un parque de Disney World. Los colores pastel colorean las paredes de las casas y los balcones de madera adornan las fachadas.

Es una ciudad tranquila que invita al paseo. Y resulta una escala muy recomendable de camino a Sossusvlei. Es un lugar inmejorable para realizar alguna actividad deportiva en las dunas que se levantan frente a la costa.

Recomiendo la activad de recorrer las dunas en quads (motos de 4 ruedas ). Existen varias empresas que nos ofrecen este servicio. El que también lo desee puede practicar sandboarding.

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Frente a la costa desnuda se elevan dunas de más de treinta metros de altura. El litoral es salvaje y las vistas, justo antes del atardecer, inspiradoras. Por dos horas ascenderemos y descenderemos dunas a altas velocidades. Saltos, derrapes y alguna que otra caída rodeados de arena que se tiñe de un intenso color rojo con la caída del sol.

Sobre lo más alto de una duna podremos contemplar el atardecer. El viento eriza la arena, mientras un sol tímido se oculta tras las nubes plomizas que filtran la luz sobre las aguas del Atlántico.

El contraste entre desierto y océano relaja nuestras miradas. El paisaje nos ofrece una cara que parece virgen, como si nos encontrasemos en un planeta desconocido.

Pronto ascenderemos las dunas más altas del mundo...

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