Viajar en coche compartido: ¿una buena experiencia?

Viajar en coche compartido: ¿una buena experiencia?
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Una de las cuestiones a resolver cuando planeamos un viaje es el medio de transporte que usaremos. Muchas veces la elección está determinada por el propio destino –no podemos ir a Nueva York en bici y el Titanic II aún no está en marcha- pero otras veces la decisión la basamos en una balanza entre la calidad del servicio y el precio. Porque sí, a todos nos gusta ir en AVE o volar en primera clase, pero no siempre podemos permitírnoslo o creemos que es mejor invertir ese dinero en otros menesteres del viaje.

Y en ésta época de viajes baratos, donde las compañías de vuelo se esfuerzan cada vez por ser más low cost y los albergues empiezan a ser una opción para viajeros no tan juveniles, se está popularizando otra opción para reducir el coste de los viajes en carretera: los coches compartidos. Una experiencia que he probado recientemente y que no valoro del todo positiva.

Webs que median, pero no garantizan

Existen funcionando en nuestro país varias plataformas online como Amovens o BlaBlaCar que ponen de acuerdo a conductores de coches privados con viajeros que quieren hacer una misma ruta para así compartir los gastos del viaje. Se supone que no es esto un método para que los conductores se lucren sino para que compartan con otros los gastos derivados del viaje como son la gasolina o el peaje. Como cuando viajas con tus amigos, pero con desconocidos.

Haciendo un paralelismo, las webs de coches compartidos son como las páginas de perfiles de ligoteo, que sólo abren una vía de comunicación entre gente que busca algo similar, pero que no pueden garantizar que una vez que los usuarios hayan entrado en contacto lo siguiente vaya a ser positivo. La diferencia es que si en una cita quedas espantado puedes beberte el café achicharrando, pagar la cuenta y salir pitando, mientras que con los coches compartidos no sabes lo que te espera hasta que ya tienes hipotecadas las próximas horas de tu vida dentro del coche de un desconocido, con todo lo que eso conlleva.

El problema que le veo a este método de viaje es que es una auténtica lotería, y lo mismo das con un buen conductor que además resulta ofrecer una amena charla que te encuentras a un psycho killer al volante. Y las webs en las que contactas tienen ciertos métodos de referencia pero no me parecen fiables. Funcionan con valoraciones de usuarios y comentarios. El problema es que cuando un usuario hace la valoración, el otro sabe de dónde le viene lo cual puede provocar que muchos no valoren tan negativamente a otros tanto como quisieran por evitar confrontación o malos rollos. Y muestra de ello es que en muy pocos perfiles se ven comentarios negativos…

Para que os hagáis una idea, el conductor con el que viajé yo tenía más de veinte comentarios positivos, y a mí no me dejó muy conforme. Y claro, la web no puede hacerse responsable de un mal “servicio” de conducción ya que su servicio es poner en contacto, no el propio viaje. Esto no pasa si viajas en un medio de transporte público común donde el usuario sí tiene unos derechos y puede exigir una calidad en el servicio. Lo que puedes hacer es valorar negativamente al conductor, a toro pasado claro, y exponiéndote a que haga lo mismo que tú y te valore negativamente a ti.

La experiencia social

De la experiencia de compartir coche saco en conclusión que existen dos “esferas” de satisfacción por las que uno puede valorar si ésta ha sido positiva o negativa. Una de ellas sería la social, relativa a la interacción con los otros usuarios, y la otra sobre el propio servicio de transporte, es decir, la conducción y el viaje.

Lo social es una tómbola, exactamente igual que una cita en una web de perfiles. Si los otros viajeros son simpáticos, si hay una charla amena o si tenéis temas en común es cuestión de suerte. Pero en todo caso no me parece el mayor de los males, pues a fin de cuentas puedes fijar la vista en el horizonte por la ventanilla y esperar a que pase el tiempo o intentar dar una cabezadita. Los silencios incómodos están permitidos. Lo ideal es socializar, que siempre está bien charlar con gente nueva, pero si no fluye tampoco nos vamos a abrir las carnes.

En mi caso, mi amigo y yo –viajábamos dos que nos conocíamos- topamos con dos perros verdes y tras un rato intentando mantener una conversación con ellos dejamos que la cosa se diluyese por falta de química y esperar a nuestra llegada.

cochecompartido

La conducción y el trayecto

Para mí la seguridad en la carretera es muy importante. Y es por esta razón por lo que no quedé conforme con la experiencia. No me importa arriesgar mi tiempo social unas horas y ver si conozco a una persona majísima o si me topo con un ogro. Lo que no voy a hacer es arriesgarme a montarme en un coche de una persona que no conduce bien. Ésta es mi mala experiencia con los coches compartidos.

No digo que el conductor con el que compartí coche fuese uno de los peores conductores que he visto en mi vida, pero sí llevaba a cabo prácticas que yo jamás haría. Una de ellas, por ejemplo, era conducir durante todo el camino a 150 km/h, que si bien no es mucho, a mí en la autoescuela me enseñaron que eso está por encima de los límites. Llegamos media hora antes de lo que se supone que dura el trayecto según Google Maps. La otra práctica era adelantar por la derecha, y cuando la otra viajera le preguntó que por qué lo hacía él contestó que la culpa era de los conductores del carril izquierdo que iban más lentos de lo que debían y que cómo iba a ponerse detrás e ir más lento.

Que tú quieres conducir así, tú sabrás, pero a mí no me apetece que arriesgar mi vida en la carretera porque quieras pisar más el acelerador para llegar antes. ¿Tienen de esto culpa las webs de coches compartidos? No, pero tampoco me ofrecen garantías reales sobre la calidad de la conducción de sus usuarios.

No dudo que haya por ahí otros muchos buenos conductores majísimos compartiendo coche, pero no seré yo quien lo compruebe. Cuando tenga ganas de explorar en lo social tendré una cita en una web de perfiles o haré couchsurfing. Pero para viajar prefiero ponerme en manos de un profesional de la conducción, así que por carretera yo voy en bus aunque me salga un poquito más caro.

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