Doce cuadros del Museo Thyssen que inspiran un viaje (II)

Doce cuadros del Museo Thyssen que inspiran un viaje (II)
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"Puente de Waterloo" de André Derain

Continuamos nuestra particular ruta por el Museo Thyssen-Bornemisza en busca de cuadros que nos inspiren el viaje. Paisajes retratados fielmente, otros desde lo más profundo del alma y otros que tienen interés histórico. Pero viajar no es sólo ver paisajes, también es interesante sentarse a la mesa con un desconocido un compartir un trozo de pan, ¿no? Acompáñanos por estas grandes obras del museo madrileño, que forman parte del recorrido que ofrece Priceless Madrid, y encuentra con nosotros la inspiración para hacer las maletas de nuevo.

El puente de Waterloo, André Derain

La pintura nos demuestra, al igual que los relatos viajeros, que los sentimientos que despierta un lugar varían muchos de una persona a otra. No son comparables las vistas londinenses de Monet, quien dijo de la ciudad: “Adoro Londres, pero sobre todo adoro su niebla”, con la visión que de la misma tenía André Derain.

Este autor fauvista nos regala una vibrante composición de azules, amarillos y anaranjados en esta vista que tomó del mítico puente de Waterloo de la capital de Reino Unido. Derain, se confesó un gran admirador de la obra de Van Gogh e incluso llegó a decir: “amé a Van Gogh más que a mi propio padre”.

La Plaza de San Marcos en Venecia, Canaletto

En los siglos XVII y XVIII se popularizó en Europa una de las primeras aventuras viajeras realizadas por placer, el denominado Grand Tour. Se trataba de un viaje, propiciado por la estabilidad política del continente, en el que los trotamundos, generalmente británicos, ya podrían empezar a considerarse turistas en tanto en cuanto el motivo de su viaje era simplemente conocer nuevos lugares, esos que habían visto en las obras pictóricas.

Este Grand Tour solía hacerse en ferrocarril y su duración variaba entre unos meses o varios años – podéis imaginar que la gente que lo hacía era pudiente – y muchas veces se realizaba antes de casarse. Uno de los destinos ineludibles en el Grand Tour europeo era Italia, donde se visitaban ciudades de interés histórico como Turín, Milán, Venecia, Florencia, Napoles y Roma, así como las ruinas de Herculano y Pompeya descubiertas en el XVIII.

Los viajes a Italia fueron frecuentados también por intelectuales humanistas y artistas que buscaban conocer la cultura clásica de primera mano. Algunos de ellos plasmaron estos viajes en obras literarias como “Historia de una excursión de seis semanas” de Mary y Percy Shelley o “Viaje sentimental por Francia e Italia”.

A menudo, los viajeros se traían de recuerdo las vistas o vedute como las que pintaba Canaletto, tal como hacemos hoy día con las postales. Ejemplo de estas obras que encontramos en el Thyssen es La Plaza de San Marcos en Venecia, donde admiramos la exactitud topográfica de los cuadros de este pintor, quien no dejaba de retratar andamios, ropa tendida o las obras de colocación del suelo de la plaza. También en este museo vemos otras obras similares de Canaletto como “El Gran Canal, desde San Vio, Venecia”.

Vista de las ruinas de Olinda, Brasil, Frans Post

ruinas olinda
El motivo de incluir esta obra entre las que inspiran al viajero es que Post fue el primer artista europeo que pintó los paisajes de América in situ. Junto al también pintor Albert Eckhout, Post participó en la comitiva al servicio de Juan Mauricio de Nassau-Siegen en su expedición a Pernambuco, colonia holandesa recién conquistada por aquel entonces. Se trataba de un viaje cuyo principal objetivo era hacer seguras las rutas comerciales pero también tuvo un misión científica que estudió el terreno – realizando trabajos de cartografía -, la fauna y la flora.

Post estuvo poco tiempo en Brasil, pero se lo llevó en la memoria y lo siguió pintando durante el resto de su vida. Son pocas las obras que se conservan de las que pintó en América, y las que realizó a su vuelta a Holanda, como esta, mezclan elementos que recordaba con otros algo más fantasiosos, como los animales exóticos que podemos ver en esta obra.

La Cena de Emaús, Matthias Stom

Este cuadro retrata una episodio de viaje descrito en el Nuevo Testamento. Los peregrinos que viajaban hacia Emanús se encuentran con Cristo resucitado, sin conocer su identidad. En el momento de la imagen, cuando cenan juntos, Cristo bendice el pan y ellos toman consciencia de con quién están.

Encontramos así en esta escena ese momento de encuentro entre viajantes, y las sorpresas que nos esperan al sentarnos a la mesa con desconocidos o compartir momentos juntos. La obra de Stom nos invita, además, a reflexionar sobre la solidaridad que une en el camino a los viajeros y la hospitalidad.

Fotos | Álvaro Onieva
En Diario del Viajero | Doce cuadros del Museo Thyssen que inspiran un viaje (I)
En Diario del Viajero | Doce cuadros del Museo Thyssen que inspiran un viaje (III)

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