Cinco cosas que no soporto de Londres (VI): random

Cinco cosas que no soporto de Londres (VI): random
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Como os explicaba en las anteriores entregas de esta serie de artículos sobre las cinco cosas que no me gustaban de Londres (velocidad, escaleras, precio del metro, escupideras de comida), Londres me encanta, pero tiene esos puntos negros curriculares que bien merecen un pequeño tirón de orejas.

De hecho, el quinto punto, en sí mismo, no existe. No encuentro una quinta razón de suficiente peso como para elaborar toda una tesis a su alrededor. De modo que he reservado este quinto punto de las cinco cosas que no me gustan de Londres a una serie de pequeñas cosas que, si bien son ligeramente molestas, no llegan a desagradarme tanto como las anteriormente mencionadas.

Son las siguientes:

-Horarios. Muchas tiendas abren tarde, y cierran pronto. Esto no me parece negativo en esencia: de hecho, abrir una tienda a las 10 o las 11 de la mañana para cerrarla a las 17:00 me parece una bicoca. Pero no tiene mucho sentido en una ciudad donde la gente madruga muchísimo, porque se acuesta prontísimo.

Es decir, que lo lógico sería abrir las tiendas muy pronto (pues deduzco que los dueños de las tiendas también madrugan) y cerrar para el té de las cinco, si lo estiman oportuno. Pero abrir tarde, cuando se cierra tan pronto... como que no. Los horarios de las tiendas, pues, están especialmente desincronizados respecto a los horarios de las personas.

Lo que sí debo admitir es que resulta todo una ventaja que muchas tiendas abran todos los días, domingos incluidos, o al menos que la calle, en domingo, no parezca un escenario postapocalíptico.

Candem

-Candem está sobrevalorado. Tal vez en sus orígenes, Candem era un barrio profundamente interesante y alternativo. Hoy, sin embargo, es mayormente una exposición teatral y sintética para turistas.

Sí, Camdem tiene un aspecto muy pintoresco, las fachadas son llamativas, los canales son preciosos… pero el tipo de tiendas, el tipo de gente, el ambiente, todo ello me recuerda demasiado al típico paseo marítimo de pueblo costero en verano, donde la mayor parte de tiendas venden bromas o camisetas con estampados de cachondeo.

Con mucha paciencia y dedicación, culebreando por el laberinto de Stables Market, por ejemplo, se pueden encontrar puestos de ropa o de complementos ciertamente originales, pero la disposición de todo, la casi total ausencia de precios, la necesidad de regatear con el dueño y las aglomeraciones de gente te conducen más que a vivir una experiencia diferente más que a adquirir alguna ganga. En ese sentido, prefiero mil veces el mercado de Portobello Road, sobre todo las tiendas monotemáticas que quedan en las calles perpendiculares (una de especias, una de Bubble Tea, una librería de cocina, etc).

Supongo que Cadem es un lugar hecho para un tipo de gente muy concreta, y yo no pertenezco a ese tipo de gente, así que no por ello dejéis de visitarlo, a no ser que sintonicéis muchísimo con mi particularísima visión de las cosas. Para que os hagáis una idea: Andorra, Pas de la Casa, Salou y demás, me parecen más o menos lo mismo. Lo dejo, pues, a vuestra consideración.

-La cantinela Mind the Gap. Es todo un icono acústico del metro de Londres. Una advertencia legendaria. Cuidado con el hueco. A fin de que no te hagas daño al salir o al entrar en el metro. Pero me imagino oyendo cada día la misma cantinela, una obviedad del tipo “cuidado con las puertas, con las escaleras, con la gente que corre, con la pared…”, y acabando hasta el gorro. ¿Cuidado con el hueco? Claro, como en todos los metros el mundo. Esta advertencia está bien para alguien que venga el pueblo y en su vida haya visto un metro. Como tradición turística, lo entiendo. Viviendo allí, sé que acabaría del Mind the Gap hasta el Gap.

-Las calles de Londres son un laberinto, y a veces te pierdes. No me extraña que los taxistas de Londres tengan un hipocampo más desarrollado que el de los taxistas de otras ciudades, como os explicaba aquí.

Fotos | Wikipedia En Diario del viajero | 10 cosas que solo podemos hacer en Londres | Inamo: restaurante londinense con mesas interactivas

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