Radium Palace Hotel: un balneario… radioactivo

Radium Palace Hotel: un balneario… radioactivo
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Uno piensa en una central nuclear y a la cabeza le vienen, enseguida, malformaciones congénitas, escapes como el de Fukushima, monstruos como Godzilla y cosas así. Es decir, que nadie asociaría en principio la radiactividad con las vacaciones. Las vacaciones son más bien playas de arenas blancas y zumo de arándanos.

Sin embargo, hay viajeros que dedican sus vacaciones a visitar lugares radioctivos. De hecho, hay toda una industria turística a su alrededor. Pero perded el cuidado: no estamos hablando de lugares donde vuestra esperanza de vida se reducirá rápidamente a cero, como en Chernobyl, sino lugares como el Radium Palace Hotel.

En realidad, son lugares radiactivos porque en ellos hay mucho radio en estado puro, un elemento de la tabla periódica descubierto por Marie y Pierre Curie que, como el uranio o el polonio, emite radiactividad. Como las montañas Erzgebirge, las célebres “montañas de minerales” de Bohemia, de las que años ha se extrajeron oro, plata, plomo, uranio y cobalto.

Joachimstal (que actualmente se conoce como Jáchymov en la República Checa) se convirtió en el primer lugar turístico por sus tierras ricas en radio (un lugar, por cierto, donde en el siglo XVI se habían acuñaron las primeras monedas de dólar de plata del mundo, las Joachimsthaler).

El Radium Palace Hotel, un gigantesco edificio neoclásico en la montaña, abrió sus puertas en 1912 para ofrecer tratamientos balnearios radiactivos.

Las aguas de este peculiar balneario tenían pequeñas concentraciones de radio disuelto. Y, además, tienen una ligera efervescencia debido a su desintegración radiactiva en gas radón.

Y es que a principios de siglo, el radio tuvo mucha popularidad como elemento para mejorar la salud, aunque suene extraño. Incluso se comercializaron pasta de dientes con radio, y agua embotellada. El Radium Palace Hotel prometía que sus tratamientos, por ejemplo, se basaban en “el efecto curativo de las aguas ricas en radón que fluyen a gran profundidad bajo la superficie de la Tierra.”

Con las décadas, la moda pasó (además de que científicamente no tiene ninguna validez). Pero si os parece interesante visitar un balneario radiactivo, estáis de suerte: hace poco que el Radium Palace Hotel abrió sus puertas de nuevo. Y no sólo pueden disfrutar del lugar los aficionados a las terapias alternativas de dudosa eficacia sino también los aficionados a la ciencia: no en vano, existe la posibilidad de instalarse en el apartamento de Marie Curie, la descubridora del radio, entre otros elementos. Y no muy lejos de allí, otro pueblo balneario goza del nombre de Radiumbad.

En Estados Unidos también existieron instalaciones turísticas llamadas Radium en, al menos, siete estados. Todavía existen pueblos llamados Radium Springs en Georgia, Wyoming y Nuevo México. Y es que, tal y como explica Hugh Aldersey-Williams en su libro La tabla periódica:

Los balnearios han sido siempre lugares de renovación elemental. Los romanos iban a Bath por las aguas sulfurosas. Bad Suderode, en las montañas del Harz en Alemania, es el lugar para el calcio, Buxton para el magnesio, mientras que en Marienbad nos rociarán con aguas carbonatadas. Otras aguas son oxigenadas o yodadas. Parece obvio que esta costumbre se mantenga al día de los progresos de la química, y que los elementos radón y radio, acabados de descubrir entonces, tuvieran también su día.
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