La revolución lisérgica de Ámsterdam o por qué las drogas están permitidas en Holanda
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La revolución lisérgica de Ámsterdam o por qué las drogas están permitidas en Holanda

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En la década de 1960, la contracultura se transformó en la cultura dominante de Ámsterdam, y sigue siendo así.

Explorando esta gran revolución, que tiene mucho de lisérgico, podemos entender mejor cómo es posible que este país europeo sea tan flexible con el consumo de drogas (amén de otras cuestiones espinosas, como la blasfemia o la eutanasia).

Provo

Los provos holandeses eran una contracultura que atacaban las estructuras sociales del Estado y que, a diferencia de los hippies, no sólo se limitaron a atacar las estructuras políticas de forma impulsiva, sino también de forma consciente y racional.

Un ejemplo de su influencia fue la iniciativa Bicicletas Blancas, que dio origen al sistema de ciclismo más sofisticado del mundo. Otro ejemplo es el plan Chimeneas Blancas, que proponía multar a quienes contaminaran.

Provos

A estos movimientos, se añadía una imparable secularización de la sociedad, incentivada sobre todo por un estado de bienestar social cada vez más fuerte (las personas empezaron a recibir subsidios como el seguro de desempleo o la licencia por enfermedad con goce de sueldo).

En este caldo de cultivo, en el que peleaban por igual ideologías de derechas y de izquierdas, fue naciendo paulatinamente una política de permisividad, que ya formaba parte del ADN histórico del país (debido a su gran pasado como comerciante marítimo con otras naciones).

Fue entonces cuando el Departamento de Justicia del os Países Bajos empezó a aplicar la idea de despenalizar algunas drogas blandas, como la marihuana. En 1973, tres partidos políticos, entre ellos el D66 y el Partido Laborista, presentaban una plataforma que proponía tratar el consumo de marihuana como el consumo de alcohol.

Irónicamente, la resistencia a este cambio llegó del lugar menos esperado, como explica Rusell Shorto en su libro Ámsterdam:

El problema de la legalización de la marihuana no sería la opinión pública neerlandesa sino la resistencia de los países vecinos, que amenazaban con solicitar reprimendas oficiales en los organismos internacionales.

Así nacieron los famosos coffe shop, tan frecuentados por los turistas. Con todo, cabe mencionar algo que poca gente sabe. La famosa política liberal de Ámsterdam a propósito de las drogas blandas se contrapone a una política muy restrictiva en materia de fármacos de venta bajo receta, debido a una desconfianza innata en la industria farmacéutica. En resumen, se fían más de las drogas como la marihuana que, por ejemplo, de los antidepresivos, pues aquí la tasa de prescripción de los mismos es un tercio entre los jóvenes si la comparamos con Estados Unidos.

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