Si no quieres niños en los hoteles, aviones y restaurantes, quizá no deberías viajar

Si no quieres niños en los hoteles, aviones y restaurantes, quizá no deberías viajar
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No es algo nuevo, pero sí una tendencia que poco a poco se va consolidando. Bajo el lema, Adults only, cada vez hay más hoteles, vuelos, restaurantes, o incluso complejos turísticos, que no admiten niños, y todo apunta a que la oferta seguirá aumentando.

Jessica Blankenship plantea en Bon appétit, que si no te gusta que haya niños en los restaurantes deberías quedarte en casa. Yo le añado un quizá a su propuesta, por aquello del beneficio de la duda, pero no solo la comparto, creo que se puede extender al resto de vetos.

Eliminar a los niños de la mayor parte de nuestros viajes es un error, o al menos, si lo hacemos, deberíamos dejar de llamarlos viajes.

Niños sin sociabilizar, no queremos ese mundo

Como bien explican en Bebés y Más, los niños están en un proceso de formación y no nacen con un botón de off, para apagarlos cuando nos interesa. Puede que en ocasiones tengan algún comportamiento molesto, pero, ¿no los tenemos los adultos también?

Ninos Restaurante
Francesca Cinel - Pexels

Si de pequeños no aprenden a relacionarse con otras personas diferentes a la familia y no salen de su casa, el colegio o entornos reservados para ellos, ¿cómo van a comportarse cuando sean mayores? ¿Qué clase de sociedad tendremos?

En los hoteles, en los aviones y en los restaurantes, los padres enseñan a sus hijos a interactuar con gente diversa. Con mejores y peores resultados, de acuerdo. Pero permitir que puedan hacerlo es defender un presente y un futuro más amable para todos. No olvidemos que, además, ya llevan a sus espaldas una pandemia reciente, con su correspondiente aislamiento.

Por otra parte, comer fuera, ir a un resort o subir a un avión, a no ser que tengamos muchos millones en el banco, suelen ser prácticas colectivas. Podemos vivirlas desde una perspectiva neurótica, en la que sufrimos por tener que tolerar a los demás, o aprovechar las conexiones humanas para ver un poco más allá de lo que ocurre dentro de nuestro (tan poco interesante) ombligo.

Viajar es descubrir al otro, y no está hecho a la carta

Hay una frase de Gustave Flaubert que resulta muy ilustrativa para este tema: “Viajar te hace modesto. Te hace ver el pequeño lugar que ocupas en el mundo.”

Cualquiera diría que viajar se está convirtiendo en lo opuesto: ponernos en el centro absoluto de una experiencia en la que todo tiene que salir tal y como habíamos previsto. Una planificación que no deja al azar ni el más mínimo detalle, e incluye hasta los puntos en los que nos haremos los selfies.

Experiencia Hotel Lujo
Ishan @seefromthesky - Unsplash

Aunque hay dos cosas que nunca podremos controlar: el clima, y lo que hacen o dejan de hacer el resto de personas, tengan más o menos años. ¡Y eso es lo mejor del viaje! Si lo entendemos como una oportunidad para sorprendernos, descubrir cosas nuevas, vivir aventuras… En definitiva, conocer otros lugares y otros seres.

Lo contrario es colocarnos en la posición de un semidiós, buscando destinos prefabricados, donde nada perturbe nuestra idea de la perfección. Lo más curioso es que, cuanto más cuadriculados sean los planes, más probabilidades tendremos de que pase algo que los arruine.

Nada impide que en ese restaurante tan top, en el que estamos cómodamente cenando, nos toque un señor al lado que mastica con la boca abierta.

¿Por qué discriminar a los niños no nos escandaliza?

Dejando de lado que prohibir la entrada de los más pequeños está al límite de la legalidad, ¿cómo hemos llegado a asumir, sin apenas roces, esta discriminación por edad? ¿Podríamos imaginar que se hiciera lo mismo con personas de una determinada raza, sexo, orientación sexual o religión y que no se formara un gran escándalo?

Viajar Con Ninos
Torsten Dederichs - Unsplash

¿Por qué un adulto puede estar en la piscina viendo vídeos de TikTok sin usar auriculares y un niño tarareando la canción de Bob Esponja no? ¿No será que, como tenemos más autoridad, los estamos tratando como inferiores?

Cuando una persona mayor de edad hace algo que nos incomoda, tomamos medidas de forma particular. Al igual que es comprensible que, si unos padres se desentienden de sus hijos, y estos están causando destrozos en un restaurante, los dueños decidan invitarlos a marcharse.

Poniendo un ejemplo extremo, los hinchas de fútbol británicos son famosos por los estropicios que forman en los bares, rompiendo el mobiliario y cualquier cosa que se les ponga por delante, y no por eso aparecen cada día nuevos negocios con el cartel de No-british only.

No tendría sentido, y tampoco responde a ninguna lógica en el caso de los niños, si empezamos a verlos como iguales, que merecen el mismo respeto que nosotros. Siempre se pueden encontrar otras soluciones para que la convivencia mejore. Es el procedimiento habitual que aplicamos con los adultos, y no hay ningún motivo para que no lo hagamos también con ellos.

Como decía Mark Twain (última cita, lo prometo): “Viajar es fatal para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de miras.” Por eso, volviendo a lo que comentaba al inicio, si aumentamos los espacios sin niños, puede que nos sigamos desplazando de un sitio a otro, sí, pero eso ya nunca más será viajar, será otra cosa.

Portada | Rahul Singh - Pexels

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