Instantáneas de California: KatanaYa, los mejores ramen que he comida en mi vida

Después de visitar el centro neurálgico de la Generación Beat, junto al Chinatown de San Francisco, decidimos ir a reponer fuerzas al KatanaYa, el típico garito japonés dedicado casi en exclusiva al ramen. Pero no os estoy hablando de un ramen cualquiera, no. El ramen del Katana-Ya es el mejor ramen que un servidor ha tenido la oportunidad de probar en mi vida.

Particularmente, recomiendo efusiva y casi religiosamente el plato de ramen llamado, precisamente, KatanaYa. Bueno, lo de plato es eufemístico. Ni siquiera serviría el término “cuenco”. Pues estamos ante un recipiente titánico que difícilmente puede consumir por completo un estómago medio (es decir, que ni se os ocurra pedir nada más, a no ser que os guste dejaros la mitad en el plato).

El KatanaYa Ramen incluye pollo frito, maíz, empanadillas, algas, cebolleta, cerdo a la barbacoa y huevos duros. Y ramen, claro, y a cascoporro. Sí, todo eso a la vez, flotando en hermandad en un enorme cuenco de sopa y fideos ramen. Probablemente puedan comer dos personas de un solo cuenco y quedar saciadas. No en vano, el cuenco cuesta 12.90 dólares. Y para despejar dudas: el restaurante ha sido recomendado por la guía Michelin y ha aparecido en revistas como Maxim.

El garito es cutre, austero, incómodo, pequeño y hasta te miran mal si permaneces sentado demasiado tiempo. Además, suelen poner música psicotrónica o pasada de moda en el mal sentido de la palabra, tipo Ace of Base o Scatman John (os lo juro).

Peo no importa. Los auténticos garitos japoneses, los mejores, son así, y éste no es la excepción: el placer experimentado en las papilas gustativas alcanza tales cotas que deja en segundo plano cualquier otra incomodidad u obstáculo (hasta lo de Scatman John… por los pelos). Una explosión de sabores que, os lo garantizo, si viviera en San Francisco, probaría como mínimo una vez a la semana. O más. Lo cual demuestra que si la pitanza vale la pena, no hacen falta muchos más ornamentos pijos y fuegos de artificio.

Eso sí, suele haber cola, de modo que es preferible ir con tiempo. Por otro lado, la gente es muy organizada con las colas, y puedes apuntar tu nombre en una lista de espera.

La clientela suele ser netamente asiática, sobre todo mujeres otoñales en grupo, que suelen ser vocingleras, y alguna de ellas incluso suele cubrir su nariz y su boca con un pañuelo. Las típicas que más tarde contemplarás jugando a las cartas en alguna plaza de Chinatown, usando una caja de cartón como mesa. Olvidaos de las japonesas hacendosas y serviles que corren por la hostelería española, por ejemplo: las japonesas de San Francisco han adoptado las maneras americanas, henchidas de personalidad y rudeza. Como luchadores de Sumo.

Podéis encontrar el KatanaYa Ramen en el 430 de Geary Street. Es una calle bastante transitada por vagabundos, así que no os asustéis si alguno de ellos os pide limosna mientras hacéis cola: la mayoría de ellos no suele ser insistente. Y esos ramen, buf, esos ramen bien vale la pena hacer unas cuantas maniobras con ellos.

En Diario del Viajero | Instantáneas de California
Fotos | Sergio Parra

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