Cosas a tener en cuenta si os perdéis en el bosque, sobre todo si eres un niño de 7 a 12 años

El principal consejo de supervivencia que puede ofrecerse a alguien que se pierde en el bosque es: quédate donde estás o encuentra un lugar abierto que esté próximo. Sobre todo si eres como Hansel y Gretel (o sea, niños de 7 a 12 años… no necesariamente atrapados por una bruja en una casa de chocolate).

Con todo, en el caso de que decidáis andar, se recomienda seguir el recorrido de los ríos, pues generalmente atraviesan lugares poblados.

Se sabe que la mayoría de los adultos sanos pueden sobrevivir hasta 3 semanas sin comida a menos que haga frío. Pero no ocurre lo mismo con el agua, que es necesaria al menos antes de que transcurran tres días. La mejor fuente de agua es un manantial, pero en caso de no encontrarlo entonces no queda otra que beber de un riachuelo, aunque ello pueda provocar enfermedades. Emplear las mangas de una chaqueta atándolas a los tobillos también es útil para hidratarse: al andar por la mañana sobre la hierba, la tela absorberá la humedad, y luego podréis chupar la tela.

A continuación, 7 consejos para encontrar el norte, entre los que se encuentran buscar musgo (por lo general crece orientado al norte, porque suele ser el más sombrío y húmedo) o buscar telas de araña (tienden a aparecer en el lado sur de los árboles).

Son consejos a tener muy en cuenta, porque cada año se extravían cientos de personas en los bosques de todo el mundo: precisamente porque perderse en el bosque es más fácil de lo que parece.

Los rastreadores expertos indican que una persona normal deja tras de sí 2.000 pistas por cada kilómetro que avanza. Pistas como una rama rota, unas huellas de zapato, una brizna de hierba retorcida. Un equipo de rastreadores, separados tres metros entre sí, generalmente puede detectar el 95 % de las pistas útiles.

Por eso no hay que moverse demasiado (siempre que alguien sepa que estás de viaje en ese lugar). Porque el mayor problema que aparece cuando una persona se pierde en un bosque frondoso es el miedo. El miedo activa los grandes músculos de las piernas. Las personas que se pierden, entran en un estado de alerta tal que no puede evitar avanzar o incluso correr de una forma tan enfermiza que se olvidan de buscar comida y agua en sus propias mochilas.

Los niños pequeños de entre 1 y 6 años normalmente se desplazan entre 1 y 2,5 kilómetros. Tal y como aclara el experto en supervivencia Ben Sherwood en su libro El club de los supervivientes:

Los más pequeños, de entre 1 y 3 años, no tienen conciencia de haberse perdido. Si se separan de sus padres, no tienen la capacidad suficiente para encontrar el camino y comienzan a deambular sin un objetivo, aunque normalmente no llegan demasiado lejos. Por lo general, se les encuentra durmiendo. Naturalmente, los niños de entre 3 y 6 años son más móviles y entienden el concepto de perderse. Suelen cuidar mejor de sí mismos que los niños de mayor edad o, incluso, que los adultos. Se ponen a cubierto cuando hace mal tiempo y duermen en cuevas o madrigueras. Normalmente son “resistentes extraños”.

Por esa razón, uno de los grupos más peligrosos son los niños de entre 7 y 12 años. Porque suelen echarse a correr cuando se pierden y, además, acostumbran a no responder a los buscadores hasta que tienen hambre y frío por miedo a una reprimenda.

Además, cuando perdemos puntos de referencia, solemos caminar el círculos. La razón de ello no es, como suele pensarse, que tengamos una pierna ligeramente más larga que la otra, sino que se ignora. Se barajan diversas hipótesis, que incluso se asocian al modo de procesar la información en dos hemisferios cerebrales. Pero no se dispone de una explicación concluyente de por qué, a pesar de que estemos convencidos de ello, somos incapaces de andar en línea recta cuando no disponemos de puntos de referencia visuales.

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