Viajar con animales (y con bestias)

Navegando sin rumbo por la Red llego a los consejos y normas de varias compañías de transportes sobre “Viajar con animales”. No hay nada que me desagrade más que viajar junto a un animal. Bueno, algo sí. Y es que a veces son las personas más bestias que cualquier mascota…

Hay compañías que emiten reglas estrictas acerca del transporte de animales, algunas lo prohíben (ya os hablamos de Air Canada), otras reservan un espacio para ellos, otras lo dejan prácticamente al libre albedrío diciendo que depende del resto de viajeros que uno pueda llevar o no a su animal.

¿Cuál sería la mejor solución? Yo creo que claramente la intermedia, la segunda. Entiendo que haya circunstancias en las que el animal no se puede separar de su dueño o dueños que no quieran dejarlos sin su compañía. Por eso la prohibición me parece excesiva y radical.

Pero, en el extremo contrario, el no establecer normas claras sobre la aceptación o no de animales me parece un despropósito que puede dar lugar a malentendidos y enfrentamientos. Porque, ¿quién es el desalmado que se atreve a decirle al revisor que el perro de al lado le molesta? Sobre todo si el perro va en su maletita reglamentaria…

Otra cosa es que los dueños de las mascotas se salten las reglas de transporte de animales. Ahí, lo siento, pero yo no me callo. Los animales, con sus limitaciones, difícilmente conocen las normas de transporte o las reglas de buena educación y convivencia con sus semejantes. Pero éstas las supongo yo a sus dueños, y por suerte las poseen en su inmensa mayoría.

Pero ya he expresado mis quejas en un viaje en barco en el que un individuo colocaba a su perrito dentro de cabina a dormir en las butacas y corretear plácidamente por los pasillos. Las mismas butacas en las que yo me siento o por donde corretean los niños. Y después de haber recibido varios avisos del personal de a bordo.

Porque en ese caso las normas del transporte establecen claramente los lugares acotados para las mascotas, y me temo que las butacas no son uno de ellos.

Y es que ésa me parece la solución más justa y equilibrada: que los animales puedan viajar en un espacio reservado para ellos, sin mezclarse con los pasajeros. Donde estén bien resguardados y atendidos en la medida de lo posible para que no lo pasen mal.

A mí no me gusta tener animales en casa, ni acercarme a ellos a acariciarlos, ni que se me acerquen ellos a olerme, lo cual no significa que odie los perros, gatos, caballos o elefantes. Haciendo una pequeña “redención”, diré que me encantan los animales, “de lejos”. Y sufro con los que padecen algún tipo de abandono o maltrato.

Cuando voy a lugares con animales me intento adaptar, pero diríamos que sin confianzas. Creo que los dueños podrían suponer que no a todas las personas les encantan los animales, sus animales. De hecho, la mayoría son muy respetuosos y entienden estas distinciones. Pero siempre hay alguna excepción.

Yo lo tengo claro, si mi amor por los animales fuera tal que no pudiera viajar sin ellos, buscaría servicios como los de Pet friendly para buscar lugares en los que las mascotas sean bien recibidas y estén preparados para que éstas se encuentren bien y no molesten.

Algo que tenemos más o menos fácil a la hora de viajar con animales... Pero más difícil si nos encontramos en nuestros viajes con bestias, que ésos no exhiben pedigrí en su identificación y pasan desapercibidos hasta que te los encuentras… Tengan mascotas o no.

Fotos | Alyssa L. Miller y jimw en Flickr-CC
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