Pekín Express, viaje y aventura

Ya hace varias semanas que el programa de Cuatro “Pekín Express” está en nuestras pantallas, pero no quería dejar pasar la oportunidad de comentar que, a diferencia de otros programas supuestamente de viajes, éste me parece una manera casi única de conocer muchos lugares a los que de otro modo difícilmente accederíamos.

“Pekín Express. Diario de viaje” juega con la vertiente reality, sin darle la suficiente importancia como para eclipsar la vertiente cultural, paisajística o humana de los destinos por los que los aventureros se disponen a viajar, pasando todo tipo de pruebas y prácticamente sin dinero. Rusia y Mongolia han sido las primeras etapas de este viaje.

El programa se preocupa de explicarnos cuestiones del modo de vida de los habitantes con los que se van topando los concursantes, lo que comen, cómo se ganan la vida, con la ventaja de que podemos “colarnos” en sus casas y ver de primera mano cómo se vive en pueblos (muy muy humildemente), en ciudades, en el campo…

Se ha objetado al programa que la presencia de las cámaras failita a los concursantes el obtener por ejemplo transporte o alojamiento, y esto probablemente sea así, porque muchos habrían dormido a la intemperie si no fuera por las cámaras. Pero lo que no se falsea es cómo son esas casas, dónde duermen, qué les ofrecen de cenar…

La cultura de los distintos pueblos por los que pasa el programa (ruso, mongol y próximamente, chino) también ocupa un lugar importante, y nos enteramos de sus tradiciones, de sus leyendas, curiosidades idiomáticas…

Y también, cómo no, disfrutar de los paisajes por los que se mueven los participantes, desde las estepas con el ganado pastando, preciosos e inmensos lagos, las casas de los nómadas o las grandes ciudades.

Entrar a un templo budista perdido en medio de la nada en Mongolia y conocer cómo viven los monjes, cuáles son las raíces y las costumbres de esa religión; recorrer caminos que son atravesados por ríos y es la única “carretera” para acudir a su destino; entrara a comer con una familia nómada a su cabaña; darse un baño en la sauna que tienen las casas rusas; remar por el inmenso lago Baikal… Éstos son sólo algunos de los ejemplos de momentos interesantes que se pueden ver en el programa y que, al menos yo, difícilmente viviré en carne propia algún día.

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