Videovigilancia en las principales ciudades turísticas

Una de mis infatigables compañeras de tarea diaria es la radio. Ayer por la tarde, escuchando a Tony Garrido en RNE 1, tomé nota mental de algunos datos que me parecen interesantes.

Se trataba el tema de la videovigilancia en las calles, específicamente a raíz de la aprobación del plan de instalar 31 cámaras en ciertas calles de Madrid. Mucha polémica sobre el límite de los derechos a la intimidad y todo éso. Pero lo que me llamó la atención fueron los ejemplos de ciertas ciudades, turísticas todas ellas, que tienen amplias redes de cámaras que lo ven todo.

En haras de la seguridad, la prevención de delitos comunes o de terrorismo, y demás, Londres cuenta con 100.000 cámaras apuntando a cada rincón. Así, calcularon que un turista normal (de ésos que nos gusta caminar por todos lados, usar transporte público, entrar y salir de museos, etc.) puede llegar a ser "captado" por unas 300 cámaras en un día de visita.

Nueva York ha ampliado su red de videovigilancia con más de 10.000 cámaras exteriores en los últimos tiempos. Y unos 40 millones de cámaras componen la red global en todo el territorio de los Estados Unidos. En algunos estados (California, Maine y alguno más) ésta práctica está prohibida para no chocar con los derechos privados de sus habitantes. En otros estados, parece que sus habitantes no tienen tantos derechos privados.

Francia cuenta con 1 millón de cámaras que vigilan a propios y visitantes, aunque la ciudad de Paris confía más en la presencia del ejército en la calle como imagen disuasoria, que a las camaritas escondidas en cada esquina.

Seguramente, la privacidad del ciudadano normal se ha visto reducida a raíz del crecimiento del terrorismo. Por un lado podemos pensar que ese ojo vigilante puede contribuir a desalentar ciertos delitos que asolan tanto a locales como a visitantes, y por el otro se elevan voces en defensa de la intimidad. Debo reconocer que no veo amenazada mi intimidad por ser filmada mientras paseo en una ciudad nueva, o mientras salgo del supermercado con la compra.

Eso sí, cada vez más deberemos cuidar las formas (como decían las madres) para no ser pillados con la mano en la nariz o haciendo pipí detrás de un árbol.

Diario del Viajero | Seguridad

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