Paseo por Llubijana

Mis recuerdos propios de la capital eslovena, Llubijana tienen el vértigo de un videoclip: un paseo bordeando el río Sava con casas que van siguiendo las curvas y contracurvas de su cauce. La luz blanca y fría de una mañana de algún noviembre y el olor de las primeras castañas tostándose al final del puente.

Pero para llenar los huecos de mi memoria, tengo a Anja, una amiga eslovaca eslovena que me envía datos de su ciudad para que todos podamos disfrutar de ella ( de la ciudad, claro).

Nos recomienda dar una vuelta por el Hostal Celica ya que se trata de una antigua prisión transformada en un alojamiento muy particular. Sus ventanas conservan aún los barrotes y 20 celdas se han convertido en habitaciones, simples pero muy convenientes en precio y ubicación. Sus propietarios llevan a los visitantes a recorrer las antiguas celdas que mantuvieron en su estado original y cuentan historias de espías, traiciones y Guerra Fría (cada día a las 14 horas).

Para conocer algo del típico arte eslovaco esloveno, de tradición colorista y naïf, nada como darse una vuelta por el Museo Etnográfico Esloveno. Tejidos,artesanías, arte folk y un tributo a las tradiciones populares (abre de 10 a 18 hs, cerra los lunes).

Pero si nuestro interés se enfoca en las tendencias más actuales o de vanguardia, no debemos dejar de paserarnos por el barrio de Metelkova. En tiempos de la antigua Yugoslavia, se levantaron aquí unas barracas con fines militares que fueron abandonadas a la caída del régimen y nacimiento de la Eslovenia moderna (1991).

Las antiguas barracas fueron tomando nuevas vidas, formas y colores de la mano e inspiración de artistas, diseñadores y músicos que le han hecho su centro de acción. Galerías de arte, exposiciones de fotografía, talleres de moda alternativa, performances de todo tipo o conciertos. Cada día, en Metelkova, se abre un sinfín de posibilidades.

Y llegada la noche, la hora de compartir las experiencias del día con los compañeros de viaje, o de conocer a gente del lugar, nada mejor que la música en vivo en el Club Gromka. O, tal vez, una copas en el ambiente minimalista del Druga Pomoc. Anja nos recomienda probar su "café blanco" o bela cava. Yo no lo he probado, pero si alguno pasa por allí y lo hace, no dejen de contarnos de qué se trata.

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