América en moto. Mis 15 warholianos minutos de fama


Andy Warhol dijo algo relativo al derecho universal a los quince minutos de gloria de cada hijo de vecino. Y otro sabio apuntó aquello de que las medias eran engañosas porque si un fulano se come dos pollos y otro ninguno, la media resultante es un bípedo implume por cabeza. Pues yo creo que me he comido ya dos o tres pollos rellenos de la efímera gloria de los medios. Y es que de la gente que conozco personalmente, debo ser el que más cámara y micrófono ha chupado.

Un vistazo a mi web personal es muy revelador: he hablado en radio y televisión casi tanto como un político y eso que yo solo me dedico a montar en moto y a escribir libros y reportajes de viajes. La promoción es algo necesario para vender cualquier producto y así lo asumo. Lo que yo no podía imaginar es que las cámaras me iban a encontrar hasta en Vancouver. Pero esta mañana salí de mi apartamento y me encontré dos tipos merodeando alrededor de mi BMW. El más mayor me dijo que eran de un canal de televisión, que si me podían hacer unas preguntas.

—Claro.
—¿De donde vienes y por qué estás aquí?
—Soy español y persigo el recuerdo de los exploradores españoles olvidados—respondo mientras abro las maletas para enseñarles las pegatinas de los más de 25 países visitados en el último año.
—¿Los exploradores españoles fueron hasta Noruega?—comenta extrañado.
—Sí, en el siglo IX, para intentar convencer a los vikingos de que dejaran de tocar las narices con sus correrías en busca de botín.


Por la noche se emite la entrevista. Los tipos se la han trabajado bien, sacando imágenes de mis vídeos del Youtube, incluso destacan alguna de mis bromas sobre el tamaño de las raciones en América. Ha quedado muy gracioso. Pero más gracia tiene que al parecer el reportero, Mike Caldwell, es una especie de celebridad en Columbia Británica y mucha gente sigue los reportajes que va cazando al desgaire del azar urbano. La consecuencia es que cuando regreso al concesionario BMW ya han visto las noticias, la gente me reconoce por la calle y hasta mi casera es más simpática conmigo. Ay, Warhol, que razón tenías.

En Vancouver hay también una oficina de la empresa de auditoría BDO; voy a visitarla para cumplir con mi deber de patrocinado. Es algo que tengo que hacer en cada ciudad para demostrar con fotografías de mi moto en cada sede su gran presencia internacional. Esta está en pleno centro, en un edificio señorial situado frente a la Galería de Arte. Subo y la encargada de marketing me ha organizado una presentación sorpresa con algunas de mis fotos. No traía nada preparado. Aun así improviso y salgo con bien de la embolada. Tengo ya más conchas que un galápago y no me achanta hablar en público. ¡Con la de presentaciones y conferencias que he dado ya! Pero cuando bajo a la calle para hacer algunas fotos, resulta que se la ha llevado la grúa. ¡Maldición! Por lo visto, a partir de las 3 de la tarde ya no se puede aparcar en esta calle.


Tras recuperar la BMW regreso a mi apartamento. Al abrir el correo encuentro un extraño mensaje. Es de una tal Carol y está escrito en un español deficiente, típico de anglosajones. Ha visto mi moto mientras se la llevaba la grúa. Tiene fotos, concluye, y quiere entregármelas.

Al día siguiente acudo a la Galería de Arte Municipal. Es un edificio grande de estilo neoclásico. Dentro me espera Carol. Es una mujer madura de origen mexicano pero completamente canadiense. Inteligente, viva y guapa. Morena, de pelo corto, sus ojos brillan con una luz bella. Me vio en las noticias. Por eso reconoció la moto. Estuvo hablando con la empleada que me puso la multa. Aseguró que estaba muy triste, que no quería multarme, que se daba cuenta de que era una moto especial, pero que no le quedaba más remedio.

—La trataron con mucho cuidado—me dice mientras vemos en el vídeo que tomó la maniobra de secuestro.

Estoy estupefacto y maravillado. Qué pedazo de detalle el suyo y que suerte la mía. Ahora tengo un documento magnífico con el que terminar una de mis películas y también una bonita historia gracias a esta señora que no me conoce de nada pero que ha sentido simpatía por mí solo por verme en la tele hablando de exploradores españoles olvidados.

¿Suerte? Bueno, como dice Carol convencida, todo sucede por una razón. Efectivamente, el tipo del engaño de las medias estaba en lo cierto. Yo me he comido de una tacada varios pollos rellenos de buena fortuna. Lo que aún no tengo claro del todo es la razón de que siempre acabe cayendo de pie. Tal vez Warhol podría explicármelo.

Fotos:Miquel Silvestre
Video:Canal Youtube Miquel Silvestre

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