Compañera de rutas argentinas: la Difunta Correa

Si has viajado por carretera en Argentina, muy probablemente habrás visto montones de botellas de plástico apiladas a un lado de la carretera. No, no es un lugar establecido para reciclar plásticos, como alguien me aseguró en una ocasión. Sino que se trata de uno de los muchos santuarios dedicados a la Difunta Correa.

El pasado 8 de enero tuvo lugar la peregrinación al santuario del Gauchito Gil en Mercedes, en la provincia de Corrientes. Hoy, siguiendo con creencias populares, hablaremos de otra devota pagana, compañera de rutas argentina: la Difunta Correa.

La leyenda de Deolinda Correa se remonta a 1826, cuando dejó su hogar en la provincia de San Juan cargando con su bebé y sin apenas provisiones para seguir los pasos de su marido, recién reclutado para la guerra. No mucho después falleció en Vallecito. Al día siguiente encontraron su cadáver y a su hijo, todavía vivo, pues siguió amamantándose de su madre.

Ese fue el primer milagro atribuido a la Difunta pero, desde entonces, sus miles de devotos le confían peticiones y visitan su santuario, construido en 1940 cerca de Vallecito. La peregrinación más concurrida tiene lugar allí cada viernes santo, aunque botellas y otras ofrendas no faltan en los santuarios repartidos por las rutas argentinas.

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