En un tiempo en el que el turismo se ha convertido en una industria imparable, con grandes masas de gente desplazándose de un lugar a otro en busca de experiencias instantáneas e instagrameables, existen localidades que han decidido ir a contracorriente y plantear otro modelo diferente, más sostenible y culturalmente comprometido.
Urueña, una pequeña villa medieval en la provincia de Valladolid, es uno de los ejemplos más hermosos (y valientes), de cómo el turismo puede convertirse en un acto de responsabilidad. Viajar, en este caso, no solo es descubrir un lugar, sino también participar en su supervivencia.
Desde 2007, este pequeño pueblo de tan solo 200 habitantes, ostenta el título de Villa del Libro, la única en su género en España y miembro de una red internacional inspirada en el modelo de Hay-on-Wye, en Gales. Esta elección no fue casual, ya que Urueña ya contaba con un patrimonio histórico extraordinario y un entorno ideal para crear un refugio literario. Su silencio, su paisaje y su arquitectura ofrecen el marco perfecto para una vida (y una visita), pausada y reflexiva, en donde los libros, aún en la era de las pantallas, tienen un papel protagonista.
Una villa entre murallas, piedra e historias
Urueña se alza sobre un altozano en la comarca de Tierra de Campos, rodeada de campos de cereal que cambian de color con las estaciones. Declarada Conjunto Histórico-Artístico, su muralla casi íntegra, el castillo, las calles empedradas y las vistas panorámicas sobre la llanura hacen que cada rincón respire historia.
Precisamente su muralla es uno de sus elementos más impresionantes. Construida entre los siglos XII y XIII sobre una antigua estructura romana, envuelve gran parte del casco urbano y puede recorrerse en buena medida. Desde sus almenas se aprecian unas vistas espectaculares, ideales para entender por qué este enclave fue tan codiciado en tiempos de guerras y fronteras inciertas.
Adosado a la muralla se encuentra el Castillo de Urueña, de origen medieval y actualmente sede de la Fundación Joaquín Díaz, un espacio que custodia parte de la memoria etnográfica de Castilla y León. Aunque su estructura no está completa, su silueta poderosa forma parte inseparable del paisaje de la villa y es testigo silencioso de la historia que ha trascurrido entre sus muros.
Imprescindible también es una visita a la Iglesia de Santa María del Azogue, una joya arquitectónica del siglo XVI con elementos románicos y góticos, situada junto al castillo, y que posee en su interior algunas obras muy sobresalientes, como un Cristo crucificado del siglo XIV.
Otros puntos de interés en Urueña incluyen el Centro e-Lea Miguel Delibes, un espacio expositivo moderno dedicado al libro, la escritura y la literatura, con zonas interactivas y actividades para todas las edades. Por supuesto no se puede quedar por fuera el Museo de la Música – Colección Luis Delgado, que alberga 1.200 instrumentos de todas las épocas y rincones del mundo.
Además de sus espacios culturales, Urueña invita a perderse sin mapa, descubrir librerías al azar, leer al sol en alguna de sus plazas o tomar algo en uno de sus bares, donde el tiempo parece discurrir con otro ritmo.
La Villa del Libro: un refugio para lectores que necesita nuestro apoyo
La Villa del Libro, el emblemático proyecto cultural de Urueña, representa una firme apuesta por la lectura y el libro como motores del desarrollo rural. Desde su apertura, ha contado con el entusiasmo tanto de las autoridades como de la población local, especialmente durante sus primeros meses de funcionamiento.
No obstante, esta hermosa utopía enfrenta retos importantes. En la actualidad, muchas de sus librerías y espacios culturales solo mantienen una actividad plena durante los fines de semana. Entre semana, la vida cultural se apaga, probablemente debido a la escasa afluencia de visitantes y compradores. Esto nos recuerda que proyectos tan valiosos no pueden sostenerse únicamente con admiración: requieren participación activa y compromiso continuo por parte de quienes los visitan.
Por ese motivo no está de más recordar que el apoyo a iniciativas como la de Urueña es, en realidad, mucho más que un acto cultural: es una forma de respaldar el comercio local, impulsar la repoblación rural y dar vida a proyectos que unen identidad, cultura y futuro.