
En este momento somos muchos los que estamos planificando vacaciones y escapadas en familia, y una gran opción es descubrir pueblos cercanos, desconocidos, que nos acerquen a nuestras tradiciones y también a la naturaleza. Rincones donde el ritmo es otro, donde se puede pasear sin prisas, respirar aire puro y disfrutar sin prisas de nuestros pequeños.
Uno de esos lugares donde se unen la historia, la tranquilidad y la sorpresa es Candeleda, un encantador municipio al sur de la provincia de Ávila, en plena falda de la Sierra de Gredos. Aunque es conocido por su entorno natural (impresionantes gargantas, piscinas naturales y una temperatura más que agradable en verano), esconde además una joya poco común que lo convierte en una parada obligatoria para quienes viajan con niños y no tan niños: el Museo del Juguete de Hojalata.
Situada en plena Plaza Mayor, su preciosa fachada neomudéjar que combina piedra y madera con balcones de hierro llenos de flores, deja entrever que su interior esconde algo maravilloso. La vista invita a entrar, y una vez allí, volvemos a comprobar que no hace falta viajar muy lejos para vivir experiencias memorables: basta con investigar un poco, coger el coche y abrirse a explorar.
Candeleda y su Museo del Juguete de Hojalata: una joya escondida para grandes y pequeños
Este pequeño y entrañable museo privado, que parece sacado de un cuento, ofrece un recorrido por la historia del juguete español desde principios del siglo XX, con especial atención a los juguetes de hojalata que marcaron la infancia de varias generaciones. Cuenta con una colección de más de 3.000 piezas entre trenes, coches de fricción, soldaditos y cocinitas. Todas originales y muchas de ellas difíciles de encontrar hoy en día, así que no solo despiertan la nostalgia de los mayores, sino que fascinan a los más pequeños por su diseño ingenioso y su colorido.
La colección está presentada con mimo y detalle, ya que Paco, su creador, transmite ese amor por los objetos que han resistido al tiempo y que hoy cobran un nuevo valor. Sin duda, es una visita ideal para una mañana tranquila, especialmente si el calor aprieta.
Otras cosas que ver y hacer en Candeleda
Más allá del encanto del Museo del Juguete de Hojalata, Candeleda ofrece una variedad de planes que enriquecen cualquier escapada familiar. Recorrer el casco urbano del pueblo y sus calles empedradas, descubrir su arquitectura popular y tomar algo en una de sus terrazas a la sombra de los árboles.
Otra visita muy recomendable es la Casa de la Judería, un centro etnográfico ubicado en una antigua vivienda tradicional, donde se exponen objetos cotidianos y se cuenta la historia de la comunidad hebrea que habitó la zona.
Y si la idea es pasar todo el día en la zona, hay muchas más opciones, como adentrarse en la cercana reserva natural del Almanzor para una pequeña ruta familiar al atardecer, o visitar el Castro Celta de El Raso, un yacimiento arqueológico situado a unos 10 kilómetros del casco urbano. Este poblado vetón, habitado entre los siglos IV y I a.C., permite conocer de cerca cómo vivían los antiguos pueblos prerromanos en la zona. El acceso es sencillo y el entorno, con vistas privilegiadas al Valle del Tiétar, merece por sí solo el desplazamiento.
Y por último, y un imprescindible en verano si vamos a Candeleda, son sus gargantas y piscinas naturales, como la de El Carreras o la de Santa María. Estas zonas de baño, rodeadas de vegetación y con aguas limpias y frescas que descienden directamente de Gredos, son ideales para pasar el día con picnic incluido. La guinda perfecta para terminar un completo día de excursión en donde veremos mucho más que juguetes antiguos.
Imagen | Museo del Juguete de Hojalata