Sobre todo me fascina porque en Londres puedes encontrar de todo, y eso incluye las cosas más raras del mundo, desde una tienda para monstruos hasta un lugar para contemplar las estrellas, a pesar de que Londres no se caracteriza precisamente por tener un cielo limpio (bien que han mejorado mucho desde el advenimiento de la Revolución Industrial y la mefítica niebla con la que inundaba la ciudad). Además, en Londres llueve abundantemente, o sea, que hay muchas nubes. ¿Entonces?
El Hub es un centro comunitario multi-deporte con cafetería incluida, muy popular para llevar a cabo actividades deportivas. Sea cual sea vuestra edad o capacidades, el Regent Park Hub es idóneo para hacer ejercicio al aire libre. O para mirar el cielo.
Tal y como lo explica Ben Miller en su libro No hace falta ser Einstein:
Una fiesta de estrellas, que es como la denominamos los del oficio, es una excelente manera de entrar en contacto con el firmamento; uno no solo tiene a su disposición a los expertos para que le indiquen hacia dónde mirar, sino que hay una gran camaradería para compensar la inevitable y estremecedora angustia existencial que asalta a todo astrónomo aficionado.
Obviamente, los mejores enclaves para contemplar un cielo nocturno no se encuentran en las grandes ciudades como Londres, sino en lugares como Hawai, Chile y las islas Canarias, donde no sólo hace mejor tiempo, sino que disponen de montañas para elevar el instrumental todo lo posible y así minimizar el emborronamiento de la luz de las estrellas causado por la atmósfera. Pero verlo todo desde Londres, no sé, debe de tener también su gracia.
Y es que al levantar la mirada hacia el firmamento estrellado, uno advierte con honda trepidación que el mundo es sólo una brizna de hierba o un grano de polvo vagando por un inmenso cosmos. Pero eso lo explica mejor que yo Natalie Angier en su libro El canon:
De los siete pecados capitales, tal vez sea el orgullo el que disponga del menú más variado de antídotos. ¿Necesitamos una rápida infusión de humildad? Basta con que subamos a un promontorio panorámico de nuestra cordillera favorita y echemos un vistazo sobre el vasto acordeón de cachemira del paisaje terrestre, los pliegues que se hinchan y deshinchan silenciosamente hacia el lejano horizonte, sin dignarse siquiera a despreciarnos. O bien, intentémoslo con el cuenco estrellado del cielo del desierto y tengamos en cuenta que, por numerosísimo que nos parezca el proscenio que tenemos sobre nuestras cabezas, estamos contemplando a simple vista sólo unas 2.500 estrellas, de los 300.000 millones que pueblan nuestra Vía Láctea, y que tal vez existen otros 100.000 millones de galaxias en el Universo, más allá de nuestra vista.
Fotos | Wikipedia En Diario del viajero | Londres secreta: esos datos curiosos para viajeros ídem | Londres: descúbrela en una panorámica esférica de 320 Gigapíxeles