Matando las horas muertas de espera en conexión en un aeropuerto, y después de haber recorrido todas las instalaciones (hasta la capilla), me puse a releer una de esas revistas de vuelo que suelen tener mucha publi de perfumes. Esas mismas.
Y en una segunda lectura, más detallada, descubro un pequeño artículo sobre un rincón de la costa italiana que no conocía pero que ya está entre mis futuros lugares a visitar.
Una isla con nombre de conejos, pero llena de tortugas
La Isla de los Conejos y su islote adyacente, se encuentran a un tiro de piedra de Lampedusa, la tristemente célebre isla donde suelen recalar los inmigrantes que llegan atravesando el Mediterráneo desde las costas norafricanas.
Esta pequeña isla es una superficie yerma, caliza y bordeada de acantilados, que dibujan pequeñísimas calas de arena y cuevas ideales para los amantes del buceo, ya que el mar fértil que la rodea es impresionantemente azul y turquesa.
Por su belleza fue elegida hace unos años como una de las playas más bonitas del mundo y aunque es sencillo llegar a la Isla de los Conejos caminando con la marea baja, es mejor tener mucho cuidado con dónde pones los pies.
Y es que esta isla, lejos de estar colonizada por conejos (que no hay ni uno) es el lugar elegido por la hermosa tortuga boba o Caretta Caretta para desovar cada año, dejando miles de huevos enterrados en sus arenas. Por lo visto, de "bobas" solo tienen el nombre porque el instinto les ha hecho elegir un lugar único para volver año tras año, a repetir la maravillosa rutina de la vida.
Foto |Visit Sicily.
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