'Conductor, cada ciclista una cámara' o la razón de que un ciclista sea tan inconsciente como un conductor (y II)

En la anterior entrega de este artículo os introducía en qué consistía la campaña 'Conductor, cada ciclista una cámara. Respeta los 1,5 metros'. Que yo soy un amante del cicloturismo. Y que, a grandes rasgos, no me parecía una medida adecuada. Sin embargo, quedan algunas cosas que matizar. Así que vamos a ello.

Muchas de las imágenes que aportan los ciclistas acerca de vehículos que adelantan imprudentemente a ciclistas me parecen legítimas. España es un país en el que, por lo general, el vehículo a motor no respeta al ciclista. Precisamente por eso yo suelo evitar las carreteras para hacer cicloturismo, y no me juego la vida en ellas... algo que nunca comprenderé en los ciclistas que presentan imágenes de adelantamientos en carreteras sin arcén, carreteras llenas de curvas y de abundante tránsido rodado, e incluso puertos de montaña.

Pondré un ejemplo que me toca de cerca: las curvas del Garraf. Para que no las conozcáis, estas curvas son una de las pocas alternativas para dirigirte a Barcelona si no quieres apoquinar uno de los peajes de autopista más caros del país. En consecuencia, este camino estrecho, pegado a la montaña, con un precipicio al otro lado, está perpetuamente saturado de tráfico. Y no sólo de turismos: también circula un buen número de camiones que apenas pueden superar las curvas más cerradas, invadiendo el carril contrario. El riesgo se palpa en cada curva, las estrecheces a veces son incluso agobiantes. El viaje, un horror. Nunca hay arcén. Apenas hay visibilidad. Siempre hay una línea continua. Y así durante más de quince kilómetros.

Y ¿qué falta aquí? Increíblemente, a diario, un ejército de ciclistas perfectamente equipados se lanzan por esta montaña rusa en forma de carretera. La mayoría, en las acusadas subidas, apenas puede avanzar, ralentizando todo el tráfico que espera detrás una oportunidad para rebasar al ciclista invadiendo el carril contrario y rezando para que no aparezca un camión en la siguiente curva (los tramos rectos son siempre cortos). Toneladas de hierro lidiando con frágiles ciclistas en no menos frágiles bicicletas. Con la ley en la mano, al parecer tienen derecho a circular por estas curvas; con el sentido común en la mano, hacerlo es propio de inconscientes o de suicidas. ¿Acaso no hay más carreteras más seguras para pedalear? ¿El riesgo que entraña hacerlo por aquí, tanto para ellos como para el conductor, no es capaz de arredrar a los cientos de valientes?

Es decir. Que vale, admitamos que la carretera es de todos. Y que yo debo respetar que los practicantes de un deporte puedan campar a sus anchas por todo el planeta equipados y vestidos para tal efecto, como en plena carrera, a pesar de que el resto de deportes quedan confinados en lugares acondicionados para ello (curiosamente, ya hay lugares acondicionados para hacer ciclismo, como las vías verdes, por ejemplo, pero os ¿imagináis coches de carreras por las carreteras, jugadores de béisbol por las calles, etc.?). Al menos se agradecería que se escogieran vías donde no se arriesgara tanto la vida. Donde no se molestara tanto. Donde los ciclistas no se vean obligados a registrar en vídeo sus viajes para denunciar al que casi le siega la vida. Sinceramente, si yo compruebo que mi vida está permanentemente el peligro por practicar mi deporte, lo último que haría es seguir practicándolo mientras registro en vídeo cómo me salvo por los pelos.

Pero imaginemos que sí, que una buena forma de concienciar al mundo de que se respeten a los ciclistas, por mucho que molesten en lugares como las curvas del Garraf, pasa por circular mayoritariamente por tales sitios, jugarse el tipo, demostrar a los jueces mediante pruebas viodegráficas cuán arriesgado en su interacción con otros vehículos. Algunos estudios sugieren que los países donde más se respetan a las bicicletas son los países donde más se circula en bicicleta, y precisamente existe tal respeto porque la abundancia de ciclistas incide en la percepción de los conductores. Pero tengo mis dudas con las cámaras de vídeo.

Gran Hermano

No estoy a favor de las cámaras de vídeo como método disuasivo o forma de cambiar las cosas. Las cámaras proporcionan seguridad, es cierto. Pero esa falsa sensación de seguridad es un precio muy alto por la libertad. ¿Por qué digo falsa? Porque no hay apenas accidentes de bicicleta. No estamos ante un problema verdaderamente importante, sino marginal. Y ni siquiera hay apenas accidentes de coches, por mucho que se diga lo contrario en los medios de comunicación. Es cierto que muere mucha gente conduciendo un coche, pero nunca se tiene en cuenta el tiempo que pasa la gente subida a un coche. La gente muere por accidentes de todo tipo a todas horas del día.

Por ejemplo, subiendo y bajando escaleras. En la ducha, resbalándose. Atragantándose con un muslo de pollo. Sin embargo, estas actividades requieren poco de nuestro tiempo. Dentro de un coche pasamos tanto tiempo al día que, proporcionalmente, es más improbable morir en un coche que en muchas otras actividades cotidianas. Tenéis más información sobre esto en La estadística tramposa de los accidentes de tráfico: vivir es casi tan peligroso como conducir (I) y (y II)

Con esto no quiero quitarle importancia a una muerte en bicicleta, sino que pongamos en perspectiva el problema y evaluemos si vale la pena echar mano de una solución tan radical como registrar en vídeo a los demás continuamente. Con la escalada armamentística que ello supone: que los coches también registren a los ciclistas. Todos grabados por todos. Es posible que nuestro comportamiento mejoraría. También lo haría si hubiera un radar cada 100 metros en todas las carreteras existentes. Y mucho más lo haría si nunca superaramos los 20 km por hora.

En cualquier caso, si apostara por las cámaras de vigilancia en la conducción lo haría por las que nos grabaran a nosotros mismos, no a los demás. No sólo porque dedicarnos a denunciar al prójimo pueda parecer innoble, sino porque al denunciar al otro tal vez nos estemos olvidando de nosotros mismos. Grabar nuestra inoperancia al volante y al manillar, resultaría más efectivo porque ya nadie nos pondría en evidencia, sino que nosotros mismos podríamos aprender de nuestros errores. Por ejemplo, con un sistema del estilo DriveCam.

Hasta que eso pase, yo prefiero ser prudente con mi bicicleta y evitar arriesgar mi vida para que me permitan circular por las curvas del Garraf en hora punta. Prefiero las vías verdes, los caminos habilitados para bicis, otras vías que no sean tremendamente peligrosas para todos. Es perfectamente posible recorrer el mundo sin tener que interactuar con vehículos. Será más lento, requerirá mayor planificación. Lo que queráis. Pero es más seguro para todos y mejora la convivencia.

Por supuesto, tenéis abajo los comentarios para aportar, matizar e incluso impugnar lo que estiméis oportuno, que al fin y al cabo sólo os he dado mi impresión de las cosas.

(Naturalmente, evito meterme en el jardín de circular en bicicleta por ciudad, que es un tema aún más espinoso, y en el que ya no entra específicamente la campaña que desde aquí trato de poner en cuestión).

Fotos | Wikipedia En Diario del viajero | Diez razones para hacer cicloturismo o por qué viajar como las mariposas es la mejor forma de viajar | Cicloturismo: rutas y eventos especiales para el 2013 en Argentina

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