Es tan bonita que ha sido escenario de rodajes, incluso de directores internacionales, gracias a su cuidada conservación
Hay rincones de España que siguen siendo pequeños tesoros discretos, lugares que muchos pasan por alto pero que ofrecen justo lo que buscamos en los puentes que se acercan: calma, belleza y esa mezcla perfecta entre naturaleza e historia. Destinos donde pasear se convierte en una experiencia más que en un simple recorrido.
Uno de esos grandes secretos es Mirambel, porque en cuanto cruzas su perímetro, notas que algo aquí se ha cuidado con mimo. No es casualidad: su casco histórico fue reconocido con la Medalla de Oro de Europa Nostra, un galardón que premia la restauración ejemplar de su patrimonio y la fidelidad con la que se ha mantenido intacto el espíritu medieval del pueblo.
Como detalle curioso, este pueblo ha sido escenario de rodajes gracias a su cuidada conservación, siendo uno de los más famosos "Tierra y libertad" del director británico Ken Loach. Aquí no verás cables, carteles modernos ni intervenciones intrusivas: todo ha sido restaurado respetando materiales, técnicas y estética original, y ese esfuerzo es precisamente lo que le ha llevado a ser protagonista en varias ocasiones, a pesar de su reducido tamaño.
Un paseo por Mirambel, una joya entre murallas
El recorrido por esta preciosa villa, cuya muralla se encuentra prácticamente intacta, puede comenzar en el Portal de las Monjas, un acceso que parece creado para sorprender. La galería superior, decorada con delicadas celosías de yeso, filtra la luz como si tamizara el tiempo. Al cruzarlo, aparece el antiguo convento de las Agustinas, un espacio que conserva su serenidad original. Sus muros, austeros y armónicos, revelan el paso de aquella comunidad de agustinas descalzas cuya presencia marcó la vida espiritual del lugar durante siglos.
De aquí, las calles empedradas te van llevando casi sin darte cuenta hacia el Ayuntamiento, una joya renacentista del siglo XVI con su elegante lonja abierta. Es uno de los mejores ejemplos de arquitectura civil del Maestrazgo, y funciona como punto de orientación natural para dejarse perder después por las callejuelas que lo rodean. Cada una tiene su propio ritmo: fachadas de piedra perfectamente conservadas, portones robustos, balcones de madera y sombras que parecen diseñadas para caminar sin prisa.
Unos pasos más adelante, la Iglesia de Santa Margarita se eleva con sobriedad. Su origen medieval, remodelado en época barroca, le da un carácter único. El interior sorprende por su equilibrio y por esa atmósfera recogida que invita a detenerse un momento, aunque no seas especialmente devoto.
Una parada obligatoria es la ermita de San Roque, situada a las afueras del casco urbano y perfectamente integrada en el paisaje. Es un pequeño templo del siglo XVIII, sencillo y armonioso, que durante años ha sido punto de encuentro para romerías y celebraciones locales. El paseo hasta allí es breve y agradable, y desde su entorno se obtiene una de las mejores vistas del perfil amurallado de Mirambel, un mirador natural que resume, en un solo vistazo, la serenidad y la belleza del lugar.
Pero de este lugar no solo llama la atención su núcleo urbano: cuando apetece adentrarse un poco más en la naturaleza, los alrededores de Mirambel ofrecen rutas suaves y paisajes que alternan barrancos, masías y campos que cambian de tono con la estación . El entorno es ideal para quienes buscan una escapada que combine paseos tranquilos con cultura. Además, su cercanía a otras localidades del Maestrazgo, como Cantavieja o Morella, permite transformar la visita en un pequeño viaje por la historia de la comarca. Es ese tipo de paisaje que invita a respirar hondo, dejar que el tiempo pase menos de prisa y los momentos se saboreen de otra manera.
Imágenes | Spain.info
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