Guía del Camino de Santiago: Cómo preparar el Camino (II)

Ya hemos hablado en este especial del Camino sobre algunos puntos claves a tener en cuenta a la hora de prepararnos para hacer el Camino de Santiago, como son la necesidad de una preparación física, la programación de las etapas en las que dividir la ruta y consejos acerca de cómo preparar la mochila del peregrino.

Hoy tocaremos otros puntos que son igual de importantes que los anteriores, y que es imprescindible tener en cuenta para asegurarnos de disfrutar al máximo del viaje.

¿En qué época hacer el Camino de Santiago?

Como ya mencionamos en otra ocasión cuando nos preguntábamos cuándo hacer el Camino de Santiago, la época del año que elijamos se verá delimitada por varios factores, como pueden ser nuestra disponibilidad de tiempo, nuestra capacidad física y las condiciones meteorológicas.

Si bien en verano es cuando se suele disponer de más días libres para hacer un viaje, también es la temporada en la cual se hace más pesada la caminata. Por otro lado, en esta época hace el Camino mucha más gente, lo cual provoca que los albergues se saturen y que aparezcan las prisas por llegar, haciendo que se pierda un poco la magia del viaje. Probablemente las mejores estaciones para hacerlo sean primavera u otoño, que aunque se nos pueda “aguar” la ruta, hace menos calor y, por lo general, no hay problemas para conseguir plaza en los albergues.

Calzado y cuidado de los pies en el Camino de Santiago

Muchas de las personas que van a hacer el Camino de Santiago no dan a esta cuestión la importancia que se merece y esto puede ocasionarles muchas molestias (o incluso el tener que abandonar en mitad de la ruta). Hay que tener en cuenta que son precisamente nuestros pies quienes tendrán que aguantarnos hasta Santiago y es por eso que merecen una especial atención por parte del peregrino.

La clave, por excesivamente simple u obvia que pueda parecer, es un buen calzado (en lo posible, que sujete bien el tobillo para evitar torceduras). En ningún caso habrá que utilizar zapatos nuevos, sino que hay que ir utilizándolos desde bastante tiempo antes para que se vayan amoldando a la forma de nuestro pie y evitar que luego nos hagan rozaduras. Además de los zapatos para caminar, conviene tener otro par cómodo para cuando llegamos al albergue.

Lo ideal es usarlos con medias que no tengan costuras, así como ponerse vaselina entre los dedos de los pies, para que no rocen entre sí y no salgan ampollas. Otros trucos para cuidar los pies del caminante pueden ser echarse alcohol de romero y dejar secar al aire (nunca ponerse las botas o zapatos con los pies húmedos) o remedios como crema de uvas. Hay que pensar que vamos a pasar varias horas al día caminando, y que es esta cantidad de horas la que hace que se sienta la diferencia en estos detalles. Siguiendo estos consejos y teniendo cuidado de no hacer esfuerzos excesivos en la caminata, se hace más fácil evitar a las principales enemigas del peregrino: las ampollas.

La salud del peregrino

Además de las ampollas, que son la principal causa de visitas al médico durante el Camino, pueden aparecer otros inconvenientes en nuestra salud que hagan más difícil las caminatas. Nos referimos a problemas como pueden ser una tendinitis o dolores musculares.

Para evitar que aparezcan dolores musculares, hay que prestar mucha atención al tema de programar las etapas del que hablábamos en la entrada anterior sobre la preparación del Camino. Debemos programar menos kilómetros para la primera jornada e ir aumentando el ritmo a medida que pasan los días. También es bueno calentar las articulaciones antes de empezar a caminar para reducir la probabilidad de una lesión.

Por otro lado, las tendinitis o las distensiones musculares, muchas veces pueden venir provocadas por las ampollas. Cuando salen estas tan odiadas hinchazones en los pies tendemos a caminar apoyando mal las articulaciones de manera inconsciente. Para facilitar la circulación, lo ideal es cubrir el pie con una venda elástica. Pero hay que tener la precaución de vendar el pie entero, desde la punta de los dedos, porque sino puede resultar contraproducente. Una buena pomada o pastillas antinflamatorias pueden ayudar también.

Y otro último consejo: en el botiquín conviene llevar sólo lo necesario para primeros auxilios (alcohol, desinfectante, paracetamol, vendas, esparadrapo y tijera, hilo y aguja para las ampollas). No vale la pena cargarnos más peso a cuestas para transportar cualquier otra cosa que podamos conseguir luego a lo largo del trayecto del Camino de Santiago en caso de necesitarla.

Fotos | Flickr de Jóvenes Verdes y Aline Tavernier
En Diario del Viajero | Guía del Camino de Santiago

Guia del Camino de Santiago

1. Introducción
2. La historia del Camino de Santiago
3. Preparar el Camino de Santiago (I)
4. Preparar el Camino de Santiago (II)

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