Los parques más bonitos de España

Ya que entre los parques más bonitos que vimos hace unos días no aparecía España, he decidido hacer una recopilación de algunos de esos parques que se merecen estar entre los mejores. No se trata ésta de una lista cerrada, sino de una que espera enriquecerse con las aportaciones de nuestros lectores.

Incluyo parques de muy diversas características, unos más agrestes, otros más delicados, algunos en los que predomina el verde, otros en los que la arquitectura es lo más destacable, algunos en los que las fuentes eclipsa al resto... Pero en todos la mano del hombre ha incidido sobre un entorno natural para crear un espacio en el que disfrutar del aire libre. Éstos son los parques más bonitos de España:

El Parque de Aiete, en San Sebastián. Es un parque pequeño pero con un encanto especial. Son unas 8 hectáreas que rodean el Palacio de Aiete, en la zona alta de Donostia. Es una delicia pasear entre sus más de cien especies diferentes de árboles y plantas, praderas verdes y cuidados jardines, además de contemplar el estanque con sus cisnes y patos, o la gruta y la cascada artificial.

El palacio fue construido en 1878 por los duques de Bailén, en un lugar que fue lugar de paso de los peregrinos hacia Santiago. Ha contado con huéspedes ilustres como el Rey Alfonso XIII y la Reina Mª Cristina. Hoy día es un centro cultural. El parque es una de las paradas que recuerdo con más cariño de San Sebastián.

El Parque María Luisa, en Sevilla. La Infanta María Luisa donó a la ciudad en 1893 este parque, que forma parte de los jardines de su palacio, con más de 40 hectáreas. El terreno se mantuvo sin modificaciones hasta la Exposición Iberoamericana de 1929, cuando se le añadieron parte de los terrenos del Prado de San Sebastián, los naranjos del palacio de San Telmo, los Jardines de las Delicias y el Huerto de Mariana, donde esta la plaza de América.

Sus arboledas, sus flores, los setos se combinan con los lagos artificiales, fuentes, columnas, escalinatas, estatuas en múltiples avenidas y glorietas y con la decoracion de azulejos sevillanos conformando un entorno de inigualable belleza. Además, el Parque incluye el Museo Arqueológico (en el Pabellón Renacentista) y el Museo de Artes y Costumbres Populares (en el Pabellón Mudéjar).

El Parque del Retiro, en Madrid. Su origen se data en tiempos de Felipe IV, entre 1630 y 1640, cuando se acotó un terreno en un emplazamiento privilegiado para el uso y disfrute de la familia real. En su interior se construyó una serie de palacios, estanques y jardines. Con el tiempo, el parque se fue ampliando, y es uno de los más extensos, superando las 100 hectáreas de superficie.

He tenido la suerte de pasear por el Retiro nevado, y es una maravilla detenerse en emplazamientos tan bellos como la Rosaleda o el Palacio de Cristal. El espectacular estanque del Retiro, la estatua del Ángel Caído, el Templete de Música, la Fuente de las Gaviotas o la Casa de Vacas son otras de las paradas obligatorias en este inmenso parque. Ideal para recorrer en bicicleta.

El Parque Güell, en Barcelona. Este precioso lugar, tocado por la mano maestra de Gaudí, deja rincones inolvidables. El artista catalán lo desarrolló para Eusebi Güell, empresario, político y miembro de una prestigiosa familia de la alta burguesía. Formas onduladas, columnas arboladas, mosaicos de cerámico o vidrio... discurren por las 17 hectáreas del lugar. Gaudí siguió el estilo de las ciudades-jardín inglesas, y quiso lograr una perfecta integración de sus obras en la naturaleza.

La entrada al parque, con su espectacular escalinata coronada por columnas inclinadas, aparece adornada con la escultura de la salamandra de cerámica. Esta colorida figura, que se ha convertido en el emblema del parque, representa la salamandra alquímica, que simboliza el elemento fuego. Imprescindibles las vistas desde los ondulantes bancos de la terraza. Si queréis dar unos paseos virtuales en 360 grados por el parque, podéis hacerlo desde aquí.

Los Jardines de la Granja de San Ildefonso. Son los jardines que rodean el Palacio Real, que debe su nombre, que toma del pueblo, a una antigua granja que los monjes del monasterio segoviano de El Parral tenían aquí. Felipe V hizo construir en este enclave su "pequeño Versalles". Los jardines son uno de los mejores ejemplos de los jardines del siglo XVIII, y ocupan 146 hectáreas, de las que 67 son bosque. Está formado con árboles de muy variadas especies, y me gusta especialmente en otoño, cuando el paisaje se tiñe de un dorado deslumbrante.

Unos paseos recorridos por estatuas de mármol blanco y jarrones del siglo XVIII se completan con grandiosas esculturas en las fuentes. Y llegamos al que quizá sea el mayor atractivo de la Granja: sus 26 fuentes ornamentales.

El agua que alimenta sus surtidores llega desde un gran depósito situado por encima de la zona ajardinada. Es por la fuerza de la gravedad que el agua de algunos surtidores alcanza los 40 metros de altura, como el de la fuente de la Fama. Normalmente el agua no corre, y para ver todo el esplendor de los jardines lo mejor es acudir según los días y horario de funcionamiento de las fuentes.

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