Zonas azules: lugares a los que viajar si quieres vivir más de 100 años

Zonas azules: lugares a los que viajar si quieres vivir más de 100 años
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¿Sabéis dónde está la mayor zona azul del mundo? No, no está en mitad del océano Pacífico. Tampoco debéis temer a una especie de gigantesco parking donde os cobrarán 2 euros por hora de estacionamiento. Olvidaos también de los pitufos. La mayor zona azul el mundo se encuentra en la provincia de Cerdeña, Italia, concretamente en Nuoro.

Las zonas azules son las regiones del planeta donde la gente no se muere. Bueno, para que no empecéis a imaginar zombis o blandáis vuestra espada en plan “sólo puede quedar uno”, maticemos: en realidad son lugares donde la gente es extrañamente longeva. Nuoro, en ese sentido, se lleva la palma porque es donde vive el mayor porcentaje de personas centenarias del mundo. Y eso que nunca se olvidan de su vaso de vino diario (o precisamente por eso).

El popularizador de esta clase de lugares ha sido el viajero Dan Buettner, sobre todo a raíz de su libro Blue Zones: Lessons for Living Longer from the People who´ve Lived Longest.

En Loma Linda, en California, también hay una importante zona azul: allí vive la comunidad de adventistas del Séptimo Día: la expectativa de vida de esta comunidad es 11 años mayor que la media de sus compatriotas americanos.

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En Ikaria, un pueblo estadounidense ubicado en el estado de Minnesota ocurre tanto de lo mismo. Otro caso milagroso es el de Roseto, también en Estados Unidos, concretamente en Pensilvania. Al parecer, el secreto de su longevidad respecto a la de los vecinos estadounidenses es que la mayor parte de los habitantes de Roseto son inmigrantes italianos que conservan los hábitos saludables de su pueblo de origen: Roseto de Valfortore, una villa situada en Italia, al pie de los Apeninos, a unos 160 km al sureste de Roma.

A finales de la década de 1950, antes de que se descubrieran los fármacos para reducir el colesterol, los infartos eran una epidemia en Estados Unidos: la principal causa de muerte de los varones menores de 65 años. Pero en Roseto no era así: prácticamente nadie menor de 55 años había muerto de infarto ni mostraba síntoma alguno de afecciones cardíacas.

Lo más llamativo es que los rosetinos no cuidan especialmente su alimentación; ni siquiera hacen demasiado ejercicio. Tienen, no obstante, otro secretos. Los rosetinos no conocían el estrés, la presión por prosperar económicamente y así no parecer un paria social. Sí conocían, sin embargo, el apoyo de los demás, como si todos fueran una gran familia. Nadie se sentía solo o fuera del marco social: todos estaban en la base de la pirámide, juntos. Todos tenían muchos amigos fieles. Probablemente los rosetinos vivían un poco al margen de los lujos y la publicidad estadounidense, que asociaba felicidad con objetos materiales, porque en Roseto es difícil destacar frente al resto por tus objetos materiales.

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Otras zonas azules reconocidos oficialmente son Nicoya, en Costa Rica, y Okinawa, en Japón. En Okinawa, por cierto, encontramos el mayor número de mujeres centenarias que disfrutan de extraordinaria salud.

Lo que parece tener en común las zonas azules es que se vive tranquilo, se hace siesta, se respeta mucho a los mayores, hay altos impuestos (lo que deriva en servicios públicos de calidad y escasa competencia entre sueldos) y una vida moderadamente activa con caprichos alimentarios (nada de ir al gimnasio cada día ni de cuidar una dieta a rajatabla). Las zonas azules, en suma, son lugares donde la vida social es más rica, hay relaciones interpersonales más intensas y los amigos son de verdad.

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La reputación turística de las zonas azules está subiendo como la espuma, porque se asocian a remansos de paz, perfectos spas espontáneos, donde desconectar de nuestras vidas estresadas y, quizá, incrementar un poquito nuestra esperanza de vida.

Por cierto, hace poquísimo que el japonés Jiroemon Kimura ha sido reconocido por El libro de los récords Guinness como la persona viva más anciana del mundo: a día de hoy está a punto de cumplir los 116 años. El anterior récord lo ostentaba el danés Christian Mortensen, que falleció en 1998 a los 115 años. Si hablamos de personas ya muertas, entonces el récord es para la francesa Jeanne Louise Calment, que falleció en 1997 a los 122 años y 164 días.

Kimura nació en la antigua provincia de Tango (actual provincia de Kioto). Tiene 7 hijos, 14 nietos, 25 bisnietos y 13 tataranietos. Ahí es nada. Azul a tope.

En Diario del Viajero | ¿Dónde hay más confianza entre las personas? En los lugares donde hay más ingresos y la calle está más limpia Fotos | Wikipedia | Wikipedia | Wikipedia

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