Hace unos días me topé en Twitter con el comentario de un viajero indignado: aseguraba que le resultaba más barato pasar una semana en Peñíscola que en Punta Cana. La comparación me hizo sonreír, porque justamente me encontraba en la Ciudad del Papa Luna y había podido comprobar de primera mano lo que cuestan sus hoteles y restaurantes. Y, aunque a priori pueda parecer exagerado, lo cierto es que no suena tan descabellado.
Es, de hecho, un dilema recurrente cada verano: ¿apostar por lo cercano o lanzarse a descubrir mundo? Durante años la balanza se inclinaba hacia lo local por cuestión de precio. Pero la globalización, el auge de los vuelos low cost y la expansión de las grandes cadenas hoteleras han ido reduciendo esa brecha. Hoy, dependiendo de las fechas, un resort en el Caribe puede acercarse peligrosamente al coste de un hotel de playa en España.
Movida por la curiosidad, decidí hacer la prueba. Abrí los buscadores de viajes y tracé dos reservas ficticias (de momento), para viajar junto a mi pareja: una en Peñíscola y otra en Punta Cana. Para que la comparación fuera justa, seleccioné hoteles de cuatro estrellas en primera línea de playa, con habitación estándar y en régimen de pensión completa en el caso español y de todo incluido en el caribeño. A la estancia había que sumar, por supuesto, los vuelos en el caso dominicano y el transporte interno en el caso mediterráneo. Los resultados fueron, como mínimo, reveladores.
¿Playa local o playa en el caribe? Los precios se acercan muchísimo
En Peñíscola, elegí el Hotel & Spa Peñíscola Plaza Suites, un alojamiento en primera línea, ofrecía seis noches en pensión completa por 1.959 euros la pareja, sin incluir el desplazamiento. En Punta Cana, la estancia en el Sunscape Coco Punta Cana, también frente al mar, ascendía a 2.735 euros la pareja con vuelos incluidos. La diferencia es evidente: el paquete español es más barato en términos absolutos, aunque no hay que olvidar que al precio habría que sumarle coche o tren (que se acerca a los 300 euros por los dos trayectos para dos personas), mientras que en el caribeño el transporte de largo radio ya va en el total.
Si lo reducimos a cifras por noche, hablamos de unos 163 euros por persona y noche en Peñíscola frente a un coste superior en Punta Cana. Pero la comparación no termina ahí. El tiempo de desplazamiento juega un papel decisivo: cuatro horas en tren desde Madrid más un breve traslado frente a casi nueve horas de vuelo, controles y cambio horario para llegar a República Dominicana. Aquí el destino local gana en comodidad y en horas de disfrute real.
El régimen alimenticio también marca la diferencia. La pensión completa en Peñíscola incluye comidas, pero no bebidas ni caprichos extra; el "todo incluido" caribeño, en cambio, permite olvidarse del monedero una vez dentro del resort. Eso sí, si lo que quieres es cenar en un restaurante local o salir de tapas al casco antiguo, el Mediterráneo ofrece más libertad.
En cuanto a ocio y experiencias, la oferta vuelve a bifurcarse. Peñíscola combina playa con historia: un casco antiguo amurallado, el castillo del Papa Luna y una gastronomía marinera fantástica. Punta Cana, por su parte, propone evasión total: deportes acuáticos, animación continua y excursiones organizadas a islas paradisíacas o entornos naturales. Uno ofrece autenticidad y cultura cercana; el otro, exotismo y desconexión absoluta.
Los precios, eso sí, no son fijos. Septiembre aún es temporada alta en la costa española, y se nota: la presión de la demanda, la inflación y el alza de costes han hecho que muchos viajeros perciban que España se ha encarecido demasiado. Y no les falta razón: en primera línea, las cifras hablan por sí solas. Aun así, existe margen para abaratar: elegir media pensión, buscar alojamientos más económicos o esperar a finales de mes puede marcar la diferencia.
En definitiva, los precios realmente se acercan muchísimo, pero la decisión va más allá de la cuenta bancaria. Aunque un destino local ofrece proximidad, cultura y flexibilidad a un coste inferior; el Caribe nos da un cambio radical de escenario con la comodidad de no preocuparse por nada, aunque implique más horas de viaje y un presupuesto más holgado. La elección dependerá de qué valore cada uno: el tiempo, la comodidad, la gastronomía o el entorno.
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