Un enclave espectacular, donde cuesta distinguir dónde acaba la montaña y dónde empiezan las viviendas
En un país que puede presumir de tener paisajes que parecen salidos de un cuadro, hay un pequeño pueblo de poco más de 2.500 habitantes que desafía las normas de la arquitectura y del sentido común. Enclavado en un cañón del río Guadalporcún, sus casas se integran con la roca de una forma tan natural que cuesta distinguir dónde acaba la montaña y dónde empiezan las viviendas. Los techos son piedra viva, las paredes se apoyan en la roca y las calles se abren paso entre formaciones que han sido refugio y hogar durante siglos.
Este rincón andaluz, rodeado de naturaleza y lleno de historia, logra un equilibrio difícil entre belleza, tradición y asombro. Pasear por sus calles es como recorrer un pequeño milagro arquitectónico que demuestra hasta qué punto los habitantes del lugar han sabido aprovechar el entorno para construir un espacio único, lleno de encanto y autenticidad.
Hablamos de Setenil de las Bodegas, en la provincia de Cádiz, uno de los pueblos más singulares de España y del mundo. Su historia se remonta a tiempos prehistóricos, aunque fue durante la época musulmana cuando tomó forma su trazado actual. El nombre "Setenil" proviene del latín Septem Nihil (siete veces nada"), una alusión a las siete veces que las tropas cristianas intentaron conquistar el lugar antes de conseguirlo en 1484. Esa perseverancia, grabada en la piedra que lo sostiene, sigue siendo parte del carácter de sus vecinos: gente ingeniosa, orgullosa y profundamente unida a su tierra.
Setenil de las Bodegas: un pueblo que desafía a la naturaleza
La pregunta inevitable es: ¿por qué la roca no se cae? La respuesta está en la propia naturaleza del terreno. Setenil se asienta sobre un cañón excavado por el río Trejo, cuyas paredes de roca arenisca y caliza han sido modeladas durante milenios. Las viviendas se construyeron aprovechando las oquedades naturales y reforzando únicamente las fachadas, de manera que las formaciones rocosas actúan como un techo natural. Esto no solo hace que sea visualmente impactante, sino también térmicamente eficaz, ya que las casas mantienen una temperatura fresca en verano y cálida en invierno.
Una de las mejores cosas que hacer en Setenil de las Bodegas es empezar la visita por la Calle Cuevas del Sol, situada en la parte baja del pueblo, donde las casas se esconden literalmente bajo una gran roca que parece abrazarlas. Es una de las zonas más fotogénicas y animadas, llena de bares y terrazas donde puedes sentarte a tomar algo mientras escuchas el murmullo del río Trejo y observas cómo la luz del sol juega con las paredes blancas y la piedra. Desde allí, lo ideal es cruzar al otro lado del cauce y adentrarse en la Calle Cuevas de la Sombra, más fresca y tranquila, donde la roca cubre casi por completo el cielo y crea un ambiente tan sorprendente que parece sacado de otro mundo.
En esta zona, repleta de pequeñas tiendas, es perfecto hacer una parada para comprar algún recuerdo artesanal o un producto típico de la zona. Desde allí, basta con subir unos metros para llegar a la Plaza de Andalucía, el corazón del pueblo, donde la vida discurre tranquila entre bares, terrazas y el ir y venir de los vecinos. Es un buen lugar para descansar un rato, disfrutar de un café o unas tapas y empaparse del ambiente local antes de continuar la ruta.
Después, merece la pena subir hasta el Mirador del Carmen, uno de los puntos más impresionantes del recorrido. Desde allí se obtiene una panorámica inigualable del caserío blanco encajado entre las rocas y del serpenteante trazado del pueblo. Muy cerca se encuentra la Ermita de Nuestra Señora del Carmen, una pequeña joya que guarda la devoción de los vecinos y ofrece un momento de calma entre tanta belleza.
El paseo puede continuar hacia el Torreón del Castillo, vestigio de la fortaleza nazarí que protegía el lugar, y la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, que combina estilos gótico y mudéjar y cuenta con un interior sobrio pero elegante, reflejo de la historia y la fe de Setenil. Y si después de explorar este pueblo único te quedas con ganas de más aventura, puedes completar la escapada con una visita al Caminito del Rey, una de las rutas senderistas más espectaculares de Andalucía, ideal para disfrutar de la naturaleza y de la emoción a partes iguales.
Imágenes | Setenil de las Bodegas
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