La cerámica portuguesa vive un auténtico momento de gloria. Basta asomarse a Instagram o TikTok para comprobar cómo mercadillos repletos de vajillas pintadas a mano, jarras con motivos florales y los inconfundibles azulejos lusos conquistan los feeds de medio mundo.
Pero más allá de las tiendas que importan estos productos o de las grandes capitales como Lisboa y Oporto, donde los escaparates de diseño muestran versiones contemporáneas, la verdadera esencia de este arte ancestral se encuentra en los pueblos del interior e incluso en los que están en la frontera con España. Es en esos mercadillos y ferias donde la tradición alfarera sigue viva, entre el sabor popular, el patrimonio histórico y la posibilidad de llevarse a casa piezas únicas.
Puede parecer exagerado, pero cada vez son (somos) más los viajeros que planean rutas enteras con la única excusa de recorrer estos mercados en busca de tesoros de barro: desde fuentes y vajillas hasta manteles bordados y ropa de hogar. Yo misma confieso que este es un viaje que tengo pendiente, con la firme intención de dejarme llevar y regresar con el coche lleno de esas preciosas artesanías.
Los mejores mercadillos de artesanía portuguesa a tiro de piedra de España
En el Alto Minho, la frontera con Galicia es un auténtico paraíso de mercadillos donde la artesanía ocupa un lugar privilegiado. Valença do Minho celebra cada miércoles un mercado con puestos de cerámica y, el primer domingo de cada mes, la animada Feirinha de Antigüedades & Vintage. Es una excursión perfecta desde Tui (Pontevedra), a la que está unida por el puente internacional sobre el Miño.
A pocos kilómetros, Vila Nova de Cerveira acoge su mercado semanal de cada sábado y la popular Feira de Artes e Velharias (segundos domingos de cada mes), que atrae a anticuarios y artesanos de toda la región. Está justo frente a Goian (O Rosal, en Pontevedra), con el que conecta un puente internacional sobre el río Miño.
Un poco más al oeste, justo enfrente de A Guarda (Pontevedra), Caminha celebra su mercadillo en un entorno de postal, entre su casco medieval y la desembocadura del río. Allí, además de frutas y textiles, es posible toparse con piezas de Bordallo Pinheiro, la icónica loza portuguesa.
En el corazón del Minho, Ponte de Lima, la villa más antigua de Portugal, organiza cada dos lunes su feira quinzenal, donde conviven productos agrícolas, ropa y cerámica artesanal. En septiembre, las Feiras Novas llenan la ciudad de música y artesanía. Aunque no está pegada a la frontera, se encuentra a menos de una hora en coche de Ourense capital, lo que la convierte en una escapada habitual para gallegos en busca de mercadillos con tradición.

Ya en el Alentejo, Estremoz se alza como capital cerámica del interior. Su mercado de los sábados es un espectáculo de color con antigüedades, alfarería y los famosos “bonecos de Estremoz”, unas figuritas de barro muy tradicionales en su cultura. Un buen momento para ir es durante la FIAPE, la feria agropecuaria y artesanal, ya que la cerámica es protagonista de talleres y demostraciones a las que se puede asistir si se planea con antelación. Aunque la ciudad está a poco más de media hora de Olivenza (Badajoz, Extremadura), es un destino frecuente para los españoles del suroeste.
Un poco más al sur, la monumental Elvas sorprende tanto por sus murallas Patrimonio Mundial como por su mercado en la Casa das Barcas y su célebre Feira de São Mateus, donde la artesanía y la loza ocupan un lugar destacado. Está justo frente a Badajoz, con la que mantiene una relación histórica y cultural muy estrecha.
El recorrido se cierra en São Pedro do Corval, cerca del precioso Monsaraz, considerado el mayor centro alfarero de Portugal. Sus talleres abiertos todo el año y la Festa Ibérica da Olaria e do Barro convierten la visita en una inmersión total en la tradición alfarera. Está muy próximo a la localidad española de Villanueva del Fresno (Badajoz, Extremadura), a apenas unos kilómetros de la frontera.
Fotos | AlouzA Ceramics
Ver 0 comentarios