Parece Milán, pero es Albacete. Esta galería modernista en el centro de la ciudad es una joya en España

Liliana Guerra

Hay sitios que pasan desapercibidos en los mapas turísticos, eclipsados por el ruido de las grandes capitales o por la fama de otras ciudades cercanas. Sin embargo, basta con apostar por los sitios menos populares, "arriesgarse" a descubrirlos con la mente y los ojos bien abiertos, para darnos cuenta de lo afortunados que somos por la cantidad de joyas que tenemos a nuestro alrededor.

Y pocas ciudades ejemplifican a lo que me refiero como Albacete. Una ciudad que, aunque no es un destino que sobresale por su popularidad, sorprende por su autenticidad y su capacidad para combinar modernidad, tradición y encanto sin muchas pretenciones. Precisamente es aquí donde se esconde un rincón que podría confundirse con las elegantes galerías de Milán o Bruselas y que parece transportarnos a época modernista de la Europa más cosmopolita.

Hablamos del Pasaje de Lodares, uno de los escasos ejemplos de galerías comerciales modernistas que se conservan en España. Fue construido a comienzos del siglo XX por iniciativa de Gabriel Lodares, un empresario y político que soñaba con dotar a la ciudad de un espacio que combinara comercio, ocio y vida social, al estilo de las grandes urbes europeas. El proyecto, diseñado por el arquitecto Buenaventura Ferrando Castells e inaugurado en 1925, no tardó en convertirse en símbolo de modernidad y sofisticación.

Un pasaje con alma europea en pleno corazón de la Mancha

Imagen | Wikipedia

A nivel arquitectónico, el pasaje es un festín para los sentidos. Está cubierto por un gran tragaluz de cristales sostenido por arcos de hierro, que inunda el espacio con luz natural y conecta de manera elegante dos calles céntricas: la del Tinte y la Mayor. Cada extremo está coronado por majestuosas puertas de hierro forjado, rematadas con el emblema de Gabriel Lodares en sus iniciales, como recordatorio eterno de su impulsor. 

La fachada que da a la calle del Tinte, amplia y monumental, contrasta con la de la calle Mayor, más modesta y asimétrica, ya que un propietario vecino se negó a vender su vivienda y esto obligó a adaptar la estructura y a reducir algunos locales, claramente más estrechos que el resto. El edificio, de tres plantas de viviendas y una entreplanta comercial, despliega un sinfín de detalles decorativos: columnas renacentistas enriquecidas con adornos modernistas y motivos neobarrocos, grandes fruteros esculpidos en piedra y grupos de niños sosteniendo guirnaldas que aportan dinamismo y simbolismo a las fachadas. Todo ello compone una atmósfera única que hace del paseo una experiencia inolvidable.

¿Qué hacer allí? Pasear sin prisa es casi obligatorio: levantar la vista para descubrir cada detalle ornamental, tomar fotografías de sus perspectivas infinitas y detenerse en alguno de sus establecimientos. El pasaje se encuentra además en pleno centro urbano, lo que lo convierte en un punto de partida ideal para explorar otros rincones de la ciudad.

Museo de la Cuchillería

Más allá de la galería, la ciudad sorprende con propuestas culturales y gastronómicas que conquistan a quienes buscan escapadas auténticas, libres de masificación pero llenas de historia y sabor. Uno de los lugares imprescindibles es el Museo de la Cuchillería, situado en un palacio de estilo ecléctico frente a la Catedral. Aquí se rinde homenaje a un oficio que ha marcado la identidad local durante siglos: el de la cuchillería, con piezas únicas que muestran la maestría de los artesanos.

Y si vas a Albacete, la Bodega de Serapio es otra parada imprescindible, un espacio singular que combina tradición vitivinícola y diseño contemporáneo. Ubicada a las afueras, permite adentrarse en el universo del vino manchego a través de visitas guiadas y catas que ponen en valor la riqueza de la tierra. Una parada perfecta para completar una escapada para re(descubrir) la ciudad desde una perspectiva diferente.

Imágenes | Turismo Castilla la Mancha

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