No somos pocos los que, al empezar un nuevo curso, nos empezamos a planear la próxima escapada como motivación para que la rentrée no se haga "cuesta arriba". Y pocas cosas motivan más que ir a las fiestas de un pueblo que rinde homenaje a su identidad y mantiene intacta su esencia a través de los años.
Uno de los mejores ejemplos son aquellas celebraciones dedicadas a la vendimia, ese momento en el que la tierra y el esfuerzo de quienes la trabajan se convierten en motivo de fiesta, unión y tradición. Y precisamente del 20 al 26 de septiembre, Logroño se transforma para rendir culto a sus raíces con las Fiestas de San Mateo, también conocidas como las Fiestas de la Vendimia Riojana.
Este evento reúne cada año a miles de personas en la ciudad. El año pasado solo el "Disparo del Cohete", un acto que simboliza el inicio de estas fiestas, congregó a más de 52.000 asistentes según la agencia EFE, una clara muestra del motivo por el cual está considerado uno de los más importantes de la región. De hecho en 1980 fue declarado de Interés Turístico Nacional, un reconocimiento que no solo premia la magnitud de la fiesta, sino también la hospitalidad de sus gentes, capaces de hacer sentir a cualquiera como parte de la celebración.
Fiestas de San Mateo en Logroño: del pisado de las uvas a las catas más exclusivas

Durante la semana grande y tras el "chupinazo" inicial, las calles se llenan de música, desfiles de carrozas, peñas y actividades para todas las edades, desde espectáculos taurinos hasta conciertos al aire libre.
El pisado de la uva es el corazón de las Fiestas de San Mateo: vestidos con trajes regionales, personas de todas las comarcas depositan las uvas en un lagar en el que dos jóvenes, donde descalzos y al ritmo de la música comienzan a pisar las uvas para extraer el primer mosto de la temporada, recreando la manera ancestral de obtener el jugo de la uva de forma artesanal. Ese mosto recién nacido se ofrece a la patrona, la Virgen de Valvanera, en un acto cargado de emoción que simboliza el inicio de la vendimia y el eterno vínculo entre los riojanos, la tierra y la devoción.
Entre los actos más esperados de San Mateo destacan tradiciones tan singulares como los chamizos, locales habilitados por las peñas y diferentes colectivos de la ciudad, donde se ofrece de manera gratuita el clásico zurracapote, una bebida similar a la sangría, indispensable en cualquier fiesta riojana. Una costumbre que refleja su hospitalidad y la voluntad de compartir la celebración con todos los que se acercan.
Otro momento clave es el desfile de carrozas, que desde 1956 reúne a miles de espectadores. Lo que comenzó como un evento matinal, hoy se celebra al anochecer, generalmente en fin de semana, para asegurar la máxima asistencia. En él participan las peñas de la ciudad, junto a grupos invitados y las casas regionales, que convierten este acto en un mosaico cultural de toda la península. Las carrozas compiten en un concurso en el que la originalidad es premiada, y su colorido y música llenan de vida las calles de Logroño.
Precisamente las casas regionales merecen una mención especial, ya que son auténticas embajadas culturales dentro de las fiesta porque logran integrar la riqueza cultural de toda la península en un mismo festejo. En Logroño existen hasta ocho, vinculadas a comunidades autónomas como Andalucía, Aragón, Asturias, Cantabria, Galicia, Navarra, Extremadura y la Comunidad Valenciana, esta última conocida por su multitudinaria degustación de paella el día del cohete. A lo largo del año mantienen vivas sus tradiciones, pero es en esta fiesta cuando se convierten en protagonistas con bailes regionales, degustaciones de productos típicos y actividades abiertas al público. Cada día de las fiestas se dedica a una de estas casas, y tanto los vendimiadores mayores como el propio alcalde las visitan como muestra de respeto y reconocimiento.
Los más pequeños encuentran su momento favorito en los pasacalles de gigantes y cabezudos, con una comparsa formada por diez gigantes y diez cabezudos que representan figuras clave de la historia local y que, generación tras generación, sigue despertando sonrisas.
Finalmente, tras una semana llena de alegría y tradición, las fiestas se despiden con un acto cargado de simbolismo: la quema de la cuba. Tras un desfile de peñistas por el centro de la ciudad, se prende fuego a esta cuba como señal de cierre de las celebraciones, dejando tras de sí la promesa de un nuevo reencuentro el próximo septiembre.
Logroño, un paraíso para disfrutar del vino y de los paisajes de la Rioja

Más allá de la fiesta, la ciudad ofrece un casco histórico lleno de vida, donde perderse por la Calle del Laurel es casi un ritual. Sus bares y tabernas son una auténtica meca del tapeo, perfectos para acompañar los vinos de la Denominación de Origen Rioja con bocados que sorprenden en cada esquina. Pasear por la Concatedral de Santa María de la Redonda, con sus torres gemelas, o adentrarse en el Puente de Piedra que cruza el Ebro son formas de sumergirse en una historia que combina tradición y modernidad.
Por supuesto, hay muchos otro lugares imprescindibles que no se pueden dejar de visitar en Logroño. El Monasterio de San Bartolomé, con su portada gótica, es una joya arquitectónica que refleja la importancia religiosa y cultural de la ciudad. La iglesia de Santiago el Real, ligada al Camino de Santiago, sorprende por su historia y por ser uno de los templos más antiguos de la capital riojana. El Cubo del Revellín, resto de las murallas que protegieron la ciudad en el siglo XVI, invita a un viaje al pasado bélico y defensivo de la ciudad. Y, para los que disfrutan del ambiente urbano, la Plaza del Mercado (a los pies de la Concatedral), se convierte en un lugar perfecto para disfrutar de la esencia logroñesa entre terrazas y vida local.
Además, el entorno ofrece experiencias al aire libre que enriquecen cualquier escapada: un paseo por las orillas del río Ebro regala vistas tranquilas y senderos perfectos para caminar o pedalear, mientras que muy cerca de la ciudad aguardan los viñedos riojanos, que en otoño se tiñen de ocres y rojos espectaculares. Muchas bodegas organizan rutas entre cepas y actividades de vendimia para que quien les vista pueda sentirse parte de este momento tan especial y completar un plan en el que naturaleza, cultura y vino se entrelazan de manera inolvidable.
Imágenes | La Rioja Turismo
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