¿Qué aprenden nuestros hijos viajando?

¿Qué aprenden nuestros hijos viajando?
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Cuando te planteas organizar un viaje en familia, incluyendo a tus hijos, siempre habrá una voz que te pregunte: ¿Vale la pena? No falta quien considera que viajar con niños es un estorbo, una complicación tanto de organización como de presupuesto. Según mi forma de ver, los viajes contribuyen en mucho a la formación de nuestros hijos.

Formar a una persona es la tarea más difícil del mundo. Nunca sabes si lo estás haciendo bien, si podrías hacer las mismas cosas de otro modo (seguramente mejor). Como dicen: “no hay un libro que te enseñe a ser padres”. En mi caso, siempre prima la voluntad de dotarles de herramientas que puedan necesitar en el futuro. Y los viajes son una fuente inagotable de estas “herramientas”.

Es probable que cuando mis hijas sean mayores y recurran a esas cosas aprendidas en los viajes, no se darán cuenta desde cuándo les acompañan. Seguramente yo sí. Me acordaré de ese apurón en un aeropuerto, de ese equipaje perdido donde viajaba algo imprescindible, de esa comida improvisada en un banco de estación. Pero el conocimiento aprendido durante un viaje les servirá cuando lo necesiten.

¿Qué aprenden nuestros hijos viajando?

A organizarse

Todo viaje requiere un mínimo de organización. Y si viajas con niños más aún. Si les escuchas y valoras su opinión, pueden participar en alguna medida de los preparativos. Además de afianzarles su autoestima, al verte trabajando para el viaje común, sabrán que las cosas no se hacen solas, sino que implican esfuerzo, sacrificio y toma de decisiones.

A ser pacientes

Todos nos hemos enfrentado al temido “¿Falta mucho?“. Nuestro menú de opciones para entretenerles puede agotarse durante un trayecto largo, o en la puerta de embarque, o en la fila para entrar a algún sitio. Habrá que esperar, así, a secas. Y éso no es malo. Aprender que un poco de espera puede darte una gran recompensa: un espectáculo, llegar a destino o el helado más grande de tu vida.

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A ser tolerantes

Saber adaptarse a otras realidades, conocer nuevas culturas y aprender de ellas son tal vez de las capacidades más valiosas que podemos inculcarle a nuestros hijos. Viajando y tomando contacto con ciudades, paisajes y gentes diferentes a nosotros, abrimos sus mentes a convivir con lo diferente.

A respetar el trabajo de otros

La empleada de la compañía aérea, el recepcionista, el guía, la asistenta del hotel. Realizan sus tareas para que podamos disfrutar de nuestro viaje. Los niños pueden apreciar cómo otros se ganan la vida prestando servicios, y aprenden a valorar su trabajo.

A administrar el dinero

Cuando viajamos llevamos un presupuesto que debemos respetar, ajustándonos a las posibilidades que nos da el dinero que hemos ahorrado para este fin. Los niños pueden participar del esfuerzo del ahorro (la tradicional alcancía “para las vacaciones“). También pueden tener voz en la asignación de recursos y al establecer prioridades (¿compramos recuerdos o visitamos el zoológico?).Poco a poco aprenden el valor y utilidad del dinero, y a administrarse.

A vivir con menos

No podemos viajar con todo. Debemos dejar en casa casi todos los juguetes (aunque puede acompañarnos ese tan especial). Tampoco podremos llevarnos todo el vestuario. Deberemos aprender a vivir con menos combinando, cuidando de no manchar o perder. Podremos llevar la consola, pero sólo un par de jueguitos. Y así, también podremos improvisar sobre la marcha con lo que tengamos en la mochila. Y todo bien.

A ser curiosos

Nuestra tarea será abonar esa mirada de asombro ante nuevos paisajes. Sembrar la curiosidad sobre las costumbres del lugar, sobre los sabores, la historia. Buscar respuestas caminando, preguntando, observando. Y de paso, recuperar nuestra propia mirada de niño asombrado. La curiosidad se instalará en los niños y será siempre un motor para aprender de las experiencias que les toque vivir.

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A aprender con todos los sentidos

Si los niños están en edad escolar, suelen creer que sólo en clase o en los libros están los contenidos a aprender. Sin embargo, viajando podemos absorber muchísima información: en sus platos de comida, en los acentos de su gente, en las características de la arquitectura, en los sonidos de la naturaleza, en museos, estaciones de tren, hostales, miradores… etc. etc.

A comunicarse

Siempre estamos allí para ayudarles. Les entendemos casi sin hablar. Pero cuando estamos de viaje, y siendo un poquito mas grandes, nuestros hijos pueden necesitar comunicarse por sus propios medios. Vencerán su timidez y cultivarán sus modales llamando al camarero o retirando las llaves de la recepción. Además, verán la utilidad de hablar otros idiomas.

Que el mundo es diverso y hermoso precisamente por éso

Otros sonidos, otros olores. Diferentes vestidos, cocinas o colores de piel. Idiomas desconocidos o palabras palabras nuevas. El mundo es diverso. En ocasiones, muy diferente al que conocen nuestros pequeños en casa, el cole y la familia. El contacto con esa diversidad, con la sensación de que es inabarcable y cambiante, aguzarán sus sentidos para apreciar la belleza en cada detalle diferente.

Que la vida no siempre es perfecta

Hemos perdido el tren. O llueve demasiado para salir a recorrer la ciudad como lo habíamos planeado. El museo está cerrado el único día que pasamos por allí. Estas cosas pasan, más frecuentemente de lo deseado. No siempre las cosas salen bien. Y es necesario saber preparar un “plan B“ sobre la marcha, ser flexibles, no amargarse ni que los contratiempos nos estropeen la experiencia.

Que las diferencias son relativas

Y sino, deja un rato a tus hijos jugar con los niños del lugar. No habrá idioma, ni frontera cultural cuando se cruce una pelota o un cubo para jugar en la playa.

La dimensión de la vida

Tal vez el aprendizaje más difícil y mas valioso. Disfrutar del momento. Sacar provecho del paso por un lugar para aprender de él, para dejar que su gente, su historia, su paisaje dejen una huella en nuestros hijos que les acompañe toda la vida. Como a todo buen viajero.

Fotos | Calliope, Mobyrock, Original Normad
En Diario del Viajero | Visitar museos con los niños

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