Hammerfest, viviendo más allá del Círculo Polar Ártico

Hammerfest, viviendo más allá del Círculo Polar Ártico
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Hammerfest, Noruega

Decir “Círculo Polar Ártico” es pensar en el fin del mundo. Sin embargo, existe mucha tierra y mucha vida más allá de esa línea imaginaria. Hace poco tuvimos la oportunidad de cruzarla para visitar algunos puntos en Noruega que dan muestra de cómo se puede vivir en aquellas latitudes.

En alguna oportunidad elegí 10 ciudades más allá del Círculo Polar Ártico entre las muchas que podemos encontrar más allá del paralelo 66º33’45’‘Norte.
Allí menciono a la ciudad de Tromsø, la puerta de la Laponia noruega que se encuentra más allá (69º39’07’‘Norte) sin embargo, no podía imaginar que en poco tiempo traspasaría incluso ese límite para llegar a las puertas del confín de Europa, el Cabo Norte. Así, llegamos a Hammerfest.

Para ubicarnos: estamos en una de las miles de islas que dan forma al extremo norte de Noruega, allí donde el Atlántico Norte se llama Mar de Noruega y dobla hacia el Este para unirse al Mar de Barents. Desde siempre, el hombre se ha adaptado a las condiciones de vida y habitó estas tierras. La pesca y la caza han sido desde siempre un medio de vida para estas gente y Hammerfest era reconocido como un puerto importante antes ya de su fundación en 1789.

Con más de 10.000 habitantes podría ser reconocida como la ciudad más septentrional del mundo, si nadie dice lo contrario. En realidad, ese “título” se lo disputan otras en Alaska y en la propia Noruega, como Honningsvåg (también en Noruega y que hemos visitado para contarte sobre ella). Y es probable que estas posiciones cambien con rapidez porque esta parte del mundo está creciendo a grandes pasos.

laponia noruega

El tranquilo puerto de pescadores de antaño, ha visto cambiar su vida drásticamente desde el descubrimiento de enormes yacimientos de petróleo y gas en esa parte del mundo. Hoy Noruega es una potencia en petróleo y su bienestar está ligado en mucho a este hecho. Frente a Hammerfest, por ejemplo, se ubica la isla de Melkøya donde una gigantesca planta de gas licuado procesa combustible para consumo nacional y para exportar. Así, el tráfico del pequeño aeropuerto de la ciudad se mantiene a lo largo de todo el año a buen ritmo. Y como los noruegos tienen una verdadera devoción por la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente, en la ciudad también cuentan con una planta de generación hidroeléctrica que abastece de electricidad no contaminante. De hecho, es curioso saber que a estas latitudes, Hammerfest fue la primer ciudad del norte de Europa en tener iluminación eléctrica en sus casas, en 1891.

A principios del siglo XIX, la ciudad se vio envuelta en las Guerras Napoleónicas ya que Dinamarca-Noruega apoyaba al lado francés. Hammerfest cuenta con la ventaja climática de ser bendecida por la Corriente del Golfo, por lo que sus temperaturas no son tan extremas como en otros puntos, especialmente en el interior de Noruega. Ésta condición le valió ser un punto de importancia estratégica en aquella contienda y objetivo de la Marina Real Británica. Hammerfest contaba apenas con unos pocos cañones. Poco pudo hacer, la pobre.

Mas adelante, volvió a sufrir los rigores de la guerra. Durante la II Guerra Mundial. La sórdida batalla entre rusos y nazis que se librara en Escandinavia, tuvo a Hammerfest y otras muchas pequeñas localidades de la zona como sus principales víctimas. La población fue invadida por tropas nazis que, al dejarla arrason con la nefasta estrategia de “tierra quemada”. El pueblo entero, construido íntegramente en madera, fue devorado por el fuego. Su población tuvo que refugiarse en una isla cercana, vivir en cuevas en condiciones infrahumanas pasando un gélido invierno o emigraron. Sólo respetaron el cementerio y su pequeña capilla, que aún hoy permanece en pie para recordarlo, junto al Museo de la Reconstrucción.

laponia noruega
Capilla del cementerio

Visitar este pequeño pero acogedor museo, nos regala la oportunidad de tomar contacto con la vida de Hammerfest durante aquellos duros tiempos cuando las comodidades eran mínimas. Asimismo, veremos el esfuerzo de reconstrucción de la ciudad y la voluntad de sus habitantes de volver a sus hogares destruidos y volver a ponerlos de pie.

En el mismo museo tenemos un pequeño apartado sobre las comunicaciones de antaño: un recorrido desde las antiguas oficinas de correo, los teléfonos operados por una telefonista única hasta los modelos más modernos de móviles inteligentes. No se pierdan, además, subir hasta su mirador donde se tienen grandes vistas de la ciudad, su puerto y las islas cercanas.

¿Qué mas nos ofrece la ciudad? Su ambiente relajado, un paseo por el puerto donde cada día llega la famosa línea Hurtigruten, que sirve de barco correo cada día por toda la costa noruega, desde Bergen hasta la frontera rusa. Allí mismo, también, encontramos la sede de la Asociación del Oso Polar. ¿Es que hay osos por las calles? No, simplemente es una asociación heredera de otros tiempos en que era posible la caza y que hoy nos cuenta las características de la fauna autóctona y las medidas para su conservación. Es,a demás, un buen lugar para tomar contacto con la gente del lugar, abiertos a los visitantes y muy dispuestos a contarte historias y darte consejos.

Consejos que seguiremos compartiendo desde aquí muy pronto.

Hemos visitado este destino por invitación de VisitNorway.

Fotos | María Victoria Rodríguez
Mas info | Visit Norway
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