Introducirse entre sus paredes no significa que nos deje de dar el sol. En Lisboa podemos visitar el impresionante Convento y la Iglesia do Carmo, un templo gótico a techo descubierto, como un inmenso esqueleto que atravesamos para hacer un viaje en el tiempo estremecedor, trasladándonos a una época que marcó el futuro de la ciudad.
Como recuerdo del gran terremoto que sacudió Lisboa estos arcos sin techo permanecen sin cobijar al visitante, que se siente extraño al cruzar las puertas de la Iglesia del Carmo, algo indefenso tal vez. Indefenso ante la fuerza de la naturaleza que hizo temblar los cimientos de esta y todas las construcciones en 1755, sin que la mayoría tuviera tanta suerte como esta donde nos encontramos.