Si hay una ciudad que pone a prueba nuestra destreza como peatones, és Nápoles. Cruzar una calle es una tarea de superhéroes. Y si se trata de una avenida, mejor será que te encomiendes a San Genaro, patrono de la ciudad.
La razón es una: no se respeta ninguna regla de tránsito. No se conoce el significado de conceptos como: cruce peatonal, prioridad de paso, semáforo rojo, ceda el paso, etc. etc.
El tráfico es endemoniado, caótico y una pesadilla si te has metido en el problema de alquilar un coche y salir de turista por ahí. Todos, transeúntes y conductores, tienen reglas no escritas que pueden resumirse en una: la ley del mas osado.
Y ¿qué dicen los propios napolitanos del desorden del tráfico de su ciudad?
Los conductores de moto son una marea incontenible. De a uno, de a dos o de a tres en una misma moto. Hablando por teléfono, apurados o discutiendo entre sí. Todos, todos… sin casco.
¿Y si vamos en bicicleta? Juzguen por ustedes mismos:
¡Socorro!