El Museo de la Iglesia clandestina del ático

El Museo de la Iglesia clandestina del ático
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Hace unos días hablábamos de una de las joyas ocultas de Ámsterdam, una sorprendente iglesia clandestina construída en el espacio común que resultaba al unir 3 casas colindantes en la parte de la buhardilla. La visita a esta iglesia no queda aquí, sino que también podemos recorrer, al estilo casa-museo, otras estancias del hogar.

El edificio es el único de sus características que se conserva en la actualidad en su estructura original, y ello gracias a su conversión en museo ya a finales del siglo XIX. El recorrido por este museo nos enseña las casas típicas del XVII para hacernos idea de la forma de vida de la burguesía holandesa de la época y culmina en una bella muestra de arte religioso con la iglesia.

El mobiliario que encontramos en la casa es de lo siglos XVII y XVIII, de estilo clásico holandés, y observaremos un interior típicamente burgués, desde las estancias ricamente decoradas que servían al tiempo como salas de estar y dormitorios (con camas empotradas) a las cocinas con sus despensas y fogones.

La primera planta era donde vivían el comerciante Jan Hartman (que compró las 3 casas y decidió construir la iglesia secreta) y su familia, y en ella destaca la sala del canal, decorada al estilo del XVII con paredes enteladas. En las pareddes de toda la casa iremos observando cuadros de autores relevantes, como "La caridad de San Nicolás", de Cornelis de Vos.

El salón ("sael") es la estancia más representativa y señorial de la casa, caracterizado por su distribución diáfana, simétrica y la decoración con motivos clásicos. La gran chimenea enmarcada en pilares de mármol y coronada por un gran cuadro de motivo religioso es lo más destacable. Me llamó la atención que las ansias de simetría eran tales, que no dudaban en construir puertas falsas para que la misma pared quedara simétrica.

Iremos ascendiendo en nuestro recorrido por la primera de las casas a través de estrechas escaleras que se detienen en pequeños rellanos ("entresalas") también amueblados, hasta llegar a lo más alto y espectacular, a la iglesia del ático.

Antes, aún en el pasillo a los pies de la última escalera, encontramos una pila de agua bendita donde los fieles se podían santiguar antes de acceder a la iglesia.

Siguiendo la visita, tras la iglesia, comenzamos a descender y encontramos varias salas con muestras de arte religioso con piezas diversas, grabados, cuadros, ricas sotanas, cálices y el "cuarto para la turba", dedicado a exposiciones temporales.

La Capilla de Santa María con la imagen de la Virgen y las piezas intercambiables del altar, el confesionario, el dormitorio del capellán o la Sala del Milagro de Ámsterdam y el plano de la ciudad también son interesantes.

Nos detenemos un segundo para explicar por qué tenemos esta sala dedicada al Milagro de Ámsterdam, un prodigio que supuestamente sucedió en una noche de marzo de 1345 en una casa de la ciudad. Un enfermo vomitó una hostia, y este vómito fue lanzado al fuego, aunque la hostia no se consumió. Ante tal hecho, llevaron la hostia a la iglesia "Oud Kerk", pero milagrosamente volvió a la vivienda del enfermo. Esta casa, hoy desaparecida, en la que se construyó una capilla, pasó a ser lugar de peregrinación desde muchos lugares, y se produjeron más milagros. Aún hoy se recuerda este hecho con la Procesión del Silencio, la "Stille Omgang".

La sala dedicada al mecenas Jaap Leeuwenberg une 2 salas de las antiguas casas anexas, y 2 cocinas típicas del XVII la primera y del XIX la segunda concluyen la visita. Destacan de las cocinas los suelos de azulejo y piedra natural, la cocina en la chimenea, y la trascocina, con el único grifo de la casa (una bomba para el agua del pozo) y el retrete.

Me sorprendieron los muebles, la mesa y sillas para sentarse en la cocina, son muy pequeñas, y en general toda la distribución de la casa está preparada para personas bastante bajas.

En definitiva, ésta es una visita estupenda para conocer cómo vivía la burguesía de la época en las casas típicas holandesas, al tiempo que descubrimos la joya camuflada en la parte más alta del edificio. Recordamos que la entrada al Museo cuesta 7 euros, y están incluída si has comprado la I Amsterdam Card.

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