La masificación turística no es un fenómeno nuevo; sin embargo, en los últimos años, combinada con el afán por conseguir el mejor selfie en el destino de moda, se está volviendo un poco insoportable, para visitantes y residentes.
El 95 % del turismo mundial concentra sus viajes en el 5 % del planeta. Todos queremos ir a los mismos lugares, provocando el colapso de atracciones turísticas como el Park Güell en Barcelona, o la Acrópolis de Atenas.
En Venecia van a empezar a cobrar entrada por visitar la ciudad y en Portofino te multan si tardas mucho en hacerte una foto. Hasta el Camino de Santiago ha pasado de espiritual a viral, así que buscar un poco de paz, desconexión y relax se está volviendo un lujo, literalmente.
Aun así, todavía nos quedan alternativas, como la que vamos a descubrir hoy. Seguramente la experiencia viajera que más se aleja del turismo de masas o de postureo: pasar unos días en el Monasterio de Leyre, ubicado en Yesa, Navarra.
Un monasterio milenario lleno de tesoros
San Salvador de Leyre es uno de los conjuntos monásticos altomedievales más importantes de España y, después de más de mil años en pie, permanece vivo gracias al cuidado de la comunidad de benedictinos que habitan en su interior.
La cabecera del monasterio, consagrada en 1057, es la construcción románica más antigua de Navarra que todavía se conserva, y una de las primeras de España. La cripta, del siglo XI, caracterizada por sus impresionantes columnas, y la Porta Speciosa (puerta preciosa), que se construyó durante la primera ampliación de la iglesia, en el siglo XII, son solo dos ejemplos de la riqueza arquitectónica del lugar.
Un paraíso para los amantes de la historia y de la naturaleza, en el que podemos deleitarnos por igual contemplando tanto la belleza de sus muros como los magníficos paisajes que ofrece la Sierra de Leyre.
Un auténtico retiro espiritual
El monasterio cuenta con una hospedería interna que acoge a los que quieren pasar unos días de retiro espiritual o de descanso. Las habitaciones individuales, con servicio propio, se encuentran en una zona contigua a los monjes y permiten compartir con ellos el ambiente religioso o incluso la oración litúrgica si se desea.
Hay que tener en cuenta que no es un lugar para alojarse y hacer turismo, por lo que se debe respetar el clima de silencio del monasterio. El coste diario por persona, que incluye pensión completa, es de 52 euros, y los huéspedes comparten las comidas con los monjes, sin hablar y escuchando una lectura.
No hay wifi, pero sí tiempo libre para leer, orar o pasear, tanto en la capilla como en los alrededores del monasterio o la sierra. Para encontrar a Dios, para encontrarse a uno mismo o, quién sabe, tal vez simplemente para descubrir quiénes somos cuando nadie nos mira (y no hacemos fotos).
Al ser una hospedería interna dentro de la clausura, solo reciben a hombres. Sin embargo, las mujeres pueden alojarse en la Hospedería de Leyre, un restaurante y hotel de dos estrellas. La vivencia será bonita y tranquila, pero muy distinta, así que prometo buscar pronto un convento en el que nosotras también podamos pasar unos días de calma total. En estos tiempos, ¿quién no los necesita?
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