Vilna, una capital que parece un pueblo y que contiene una república

Vilna, una capital que parece un pueblo y que contiene una república
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Cuando pensamos en una capital de un país europeo, imaginamos una gran urbe, con la sofisticación de una París o la magnificencia de una Roma. Sin embargo, Europa cuenta con pequeñas capitales llenas de encanto donde la vida discurre a ritmo relajado. Una de ellas es Vilna, capital de Lituania, cuya fisonomía y actitud nos recuerda más a un pueblo que a una gran ciudad.

De hecho, hablamos de una capital pequeña en población, ya que apenas supera los 500.000 habitantes y sin embargo, una de las más modernas de Europa en cuanto a servicios. Su centro histórico, con callejuelas intrincadas tapizadas de adoquines, conviven a corta distancia con uno de los barrios de vanguardia europea del otro lado del río Neris. Sus palacios y plazas medievales que forman parte del casco antiguo declarado Patrimonio de la Humanidad, disfrutan como el resto de la ciudad del servicio de internet más veloz del continente.

Estas características y muchas más, hacen que Vilna, el pueblo-capital, merezca una mirada más detallada para organizar una visita.

paises balticos
Empecemos por el principio. Vilna es la capital de Lituania, uno de esos países que llamamos genéricamente "países bálticos" y que nos ponen en un aprieto cuando, enfrentados a un mapa, debemos diferenciar unos de otros.

Vilna ha sido escenario y testigo de enfrentamientos de todo tipo a lo largo de su historia. Oprimidos durante siglos, los lituanos se han hecho fuertes y han sabido sobrevivir a la ley de hierro de las ocupaciones soviéticas y nazi y se enfrentaron a invasores de diversa calaña hasta su independencia en 1990.

Lituania es el país más grande de los bálticos y la mayoría de los turistas que te cruzarás por sus calles proviene de sus vecinos, con Polonia a la cabeza. Y Vilna, la "Praga de los Bálticos" es la meca de las escapadas de fin de semana de la región.

¿Qué ver en Vilna?

Cualquier paseo por Vilna podía comenzar y terminar en la Catedral, levantada en un antiquísimo lugar de rituales paganos. Fue mandada a construir por el rey Mindaugas en 1251 cuando él se convirtió al cristianismo, pero a su muerte (apenas 10 años después) el templo volvió a ser escenario de ritos paganos, hasta que finalmente 100 años después Lituania fue consagrada al Cristianismo (fue el último país europeo en aceptar esta fe) y se construyó aquí mismo una nueva Catedral.

En el mismo casco histórico están las iglesias de Santa Ana y de San Pablo, otros dos puntos para el recorrido. Y si te gusta recorrer iglesias, a un tiro de piedra están las de Santa Catalina y San Francisco.

vilna
Torre de Gediminas

El símbolo de la ciudad es sin dudas la Torre de Gediminas, sobre la colina desde donde se ve toda la ciudad de Vilna. Es uno de los restos de una antigua fortaleza del siglo XIII y su figura es fácilmente visible desde casi cualquier rincón de la ciudad (incluso en la moneda del país, la litas).

Hasta la cima de la colina puedes llegas en una larga caminata o con el funicular que funciona desde hace 10 años. En un cortísimo viaje de menos de 1 minuto se salvan los casi 80 metros de altura.Es un corto recorrido que podrás aprovechar para hacer una buena panorámica de la ciudad (el billete cuesta 2 litas).

En el centro histórico también se encuentra el Museo National de Lituania junto con otros edificios gubernamentales como el monumental Palacio Presidencial o simbólicos como la Antigua Sinagoga. Y a partir de este último, se inicia un recorrido por el barrio judío convertido en un ghetto durante la ocupación nazi en 1941. En ese período entre 135.000 y 300.000 judíos perdieron la vida en Lituania.

Para tener una idea de aquel genocidio, puede visitarse el Museo de las Víctimas del Genocidio que en la ciudad se le conoce como el "museo KGB".

La República de Uzupis

vilna

La cara más bohemia de Vilna la encontraremos en el barrio de Uzupis. A este distrito se le ha comparado con Montmartre por su ambiente bohemio, sus calles con un cierto aire hippie, galerías de arte de vanguardias, talleres de artistas y cafés. Pero este barrio ha dado un paso más y desde el 1 de abril de 1997 se autoproclamó "República de Uzupis" con sello, pasaporte y su propia Constitución, en la que se incluye que sus perros y gatos tienen el derecho a portarse como les venga en gana. También tienen un ejército propio, formado por 12 artistas del barrio.

Una visita a Vilna no estaría completa sin participar de dos costumbres locales. Una es su devoción por el ámbar, una sustancia muy abundante en su subsuelo que aparece en todo tipo de recuerdos y tiendas especializadas. Si queremos probar sus cualidades, también podemos darnos un masaje con polvo de ámbar que, dicen, tienen grandes efectos estimulantes en la piel.

La segunda costumbre, es la de compartir charla y mantel en uno de sus muchos wine bars de Vilna. La cocina lituana y la cordialidad de su gente nos retendrán un buen rato alrededor de la mesa. Y no nos olvidemos que aquí hay más de 200 variedades de cerveza local.

Te verás repitiendo a cada rato: "At...chú". Lo que parece un estornudo es el sonido aproximado de la palabra aciu, o sea "gracias".

Fotos y video | Stager En Diario del Viajero | 8 destinos con excusa

Fotos | Aurimas Mikalauskas, Wikitravel

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