El Jardín de El Capricho, una alternativa poco conocida al Retiro

El Jardín de El Capricho, una alternativa poco conocida al Retiro
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Templete dedicado a Baco

Cuando hablamos de espacios verdes de Madrid a todo el mundo le vienen a la mente El parque del Buen Retiro o la Casa de Campo, pero existen otros lugares de características similares dignos de ser visitados. Es el caso del Jardín Histórico de El Capricho, un exquisito parque situado a las afueras de la ciudad en el que gozaremos de distintos ambientes creados de una forma muy cuidada.

El Jardín de El Capricho remonta su historia al siglo XVIII, época en la que los duques de Osuna compraron esta finca con casa de recreo en la villa de la Alameda. Fue la Duquesa María Josefa Alonso Pimentel quien hizo del lugar lo que es hoy día. Ella contrató jardineros, arquitectos, escenógrafos, pintores y escultores para que, bajo su dirección, hiciesen de El Capricho un sitio de referencia de los aristócratas e intelectuales del momento que encontraban allí un sitio para el placer y la diversión.

El Capricho

En los años de la Duquesa se crearon los "caprichos" del parque, edificaciones de recreo que pretendían sorprender a los visitantes durante su recorrido con diversas temáticas. Durante la invasión francesa la Duquesa se exilió a Cádiz y El Capricho fue pasando por distintas manos hasta que, en 1934, fue declarado jardín histórico-artístico por el Patronato para la Conservación y Protección de los Jardines de España. Más tarde, durante la Guerra Civil, se convirtió en Cuartel General del Ejército del Centro y se contruyeron una serie de edificaciones subterráneas, como el Polvorín o el Búnker. Finalmente en 1974 El Capricho fue adquirido por el Ayuntamiento de Madrid y en 1986 se inició el proceso de restauración del mismo.

Pasear El Capricho es una gozada porque no es un parque común sino un jardín cuidado al milímetro y pensado para sorprender al visitante. A lo largo del camino que nos traza un plano que nos facilitan a la entrada, iremos descubriendo cada uno de los caprichos: el invernadero, el templo dedicado al dios Baco, la ermita, el abejero, la casa de la vieja o la casa de cañas del lago. Todo rodeado de variada y frondosa vegetación.

La entrada a este jardín es gratuita, aunque el viajero debe saber que no está permitido el acceso con comida o bebida (agua sí) por lo que no podemos plantear nuestra jornada para hacer un picnic allí. Tampoco se puede ir a El Capricho con perros (ni siquiera atados), bicicletas, patines o jugar a la pelota. Es un lugar en el que pretenden mantener una atmósfera tranquila. Otro de los inconvenientes para la visita es su horario, ya que sólo abre los fines de semana y festivos de 9h a 18h30 y en verano hasta las 21h.

El capricho

Llegar hasta El Capricho no es difícil pues tanto el metro nos deja cerca (parada El Capricho de la Línea 5) como el bus (Líneas 101, 105 o 151). Si vais a visitar este lugar en verano recomendaría no hacerlo a medio día, ya que aunque la vegetación es abundante el calor sigue siendo sofocante. Lo ideal sería dejar el paseo por El Capricho para la tarde-noche, para relajarnos entre sus árboles cuando estemos cansados de un agotador día por la ciudad, respirando un aire mucho más puro que el del centro.

Pese a que la visita merece mucho la pena, hay alguna pega que le puedo poner al lugar. Además de lo mencionado estaría bien que se pudiesen hacer allí picnics, aunque se entiende por la conservación del sitio, la zona del laberinto está cerrada y sería muy disfrutable. Además, me parece una pena que no se aprovechen las instalaciones del palacete para algo, ya que bien podrían montar ahí una exposición de arte o contarnos la historia del parque y su época.

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