Fernando de Noronha: un paraíso, un refugio de piratas y delfines

Fernando de Noronha: un paraíso, un refugio de piratas y delfines
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Entre las 21 islas que forman el archipiélago de Fernando de Noronha, entre las cavernas en roca natural y las calas diseminadas, los piratas escondían sus embarcaciones tras sus fechorías. No es difícil imaginar que no solo lo hacían por su orografía caprichosa, sino por que se encontraban ante un paraíso natural sin igual.

Américo Vespucio descubrió el archipiélago en 1503 y después los franceses, portugueses y holandeses se repartieron su dominio. En 2002 la UNESCO le otorgó la distinción de Patrimonio de la Humanidad por las condiciones ecológicas especiales de sus islas.

Los delfines acróbatas, especie que surca estas costas, emergen sobre las aguas reproduciendo tirabuzones vertiginosos ante la bahía que lleva su nombre: la bahía de los golfinhos.

Hoy la isla es visitada en su mayoría por amantes del submarinismo, surfistas y parejas de enamorados. Hace unos días en Diario del Viajero ya la destacamos como destino para los amantes del buceo, por poseer uno de los fondos marinos más espectaculares del mundo.

Muchos brasileños dicen que Fernando de Noronha posee la mejor playa de todo Brasil: La praia do Sancho. Las palmeras parecen ser los únicos habitantes de esta costa caprichosa. La dificultad del acceso y el control que tienen las autoridades sobre la entrada de turistas al archipiélago, permiten disfrutar de sus innumerables playas en solitario en muchas ocasiones.

Las fragatas y los alcatraces sobrevuelan la cabeza del viajero mientras contempla las olas de tres y cuatro metros conquistando la arena casi virgen. La vegetación besa el agua salada, dejándonos de esta manera contemplar un contraste de colores entre el verde selvático, el turquesa y el blanco de la cresta de las olas.

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Las pousadas son el medio de alojamiento más extendido en esta zona. Los precios para ser Brasil son especialmente caros y si a eso añadimos que es obligatorio pagar por día una tasa para el organismo de conservación de parques nacionales de Brasil (50 euros por 5 días), hacen que esta isla se convierta en un destino costoso para el bolsillo de un viajero de bajo presupuesto. Aun así, el lugar merece el esfuerzo económico. Sin duda se trata de uno de los lugares más paradisíacos de la tierra.

Para moverse por la isla lo mejor que podemos hacer es alquilar un boogie por unos 30 euros día. Es el medio de trasporte más utilizado para recorrer todas las playas y caminos pedregosos de la isla. Podrán disfrutar de este modo de las diferentes playas durante todo la jornada y al atardecer recomendaría dirigirir los pasos hasta la playa de la Concepción.

Los surfistas cabalgan las olas que se precipitan bruscamente a metros de la costa y llegan hasta los pies del viajero con suave parsimonia. Algunos niños juegan en la arena, la gente hace deporte en la orilla y aprovechan el atardecer para tomar algún zumo natural en el chiringuito de madera que se esconde entre un pequeño palmeral. Mientras, el Morro do Pico

Para llegar a este archipiélago paradisiáco podremos tomar un vuelo de 50 minutos desde Recife o si somos más aventureros, intentar que algún velero que ponga rumbo a la isla quiera aceptarnos como tripulantes. El precio del billete de avión ronda los 300 euros ida y vuelta en las compañías brasileñas de Gol y Varig.

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Antiguamente el emplazamiento de la isla hizo que Fernando de Noronha fuese una prisión de alta seguridad donde muchos de los prisioneros los encerraban por practicar la ahora famosa capoeira (eran luchadores pertenecientes a las maltas, grupos criminales).

Hoy me parece que muchos de nosotros no nos importaría que nos dejasen presos durante un largo tiempo en estas playas de arena blanca y aguas traslúcidas.

Imagenes | Víctor Alonso En Diario del Viajero | Lunas de miel: norte de brasil

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