Una gallega en la India: Viajando por Kerala

Una gallega en la India: Viajando por Kerala
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Por aquí seguimos, sufriendo los rigores del clima. Dicen que se ha acabado el monzón pero no pasa nada porque ahora viene la estación de las lluvias, si es que aquí tenemos de todo, madame...

Kerala significa "tierra de los cocoteros". Eso lo dice todos: Es un sitio precioso, verdaderamente. Bosques repletos de cocoteros, arrozales, canales abriéndose entre la selva, jardines de especias y plantaciones de té. En cuanto te pides un arroz biryani te acuerdas de Marco Polo y parte de su familia, según empiezas a escupir pedazos de canela, macis, pimienta y anís estrellado. Todo eso y más crece aquí mismo y las calles huelen a cardamomo y a las flores frescas que las mujeres se ponen en el pelo.

No sé si es que Kerala huele bien o mi cerebro se ha dicho que ya estoy sufriendo bastante con los medios de transporte como para aguantar el olor a basura...

Para que os hagáis una idea: de Kochin al parque natural de Periyar viajé en un bus de la época del raj, bajo la incansable lluvia a través de una carretera que era una pura curva bordeando un precipicio. Por supuesto me lo imaginaba ya que dejé de verlo en cuanto se puso a llover... Aquí en lugar de cristales se le ponen unas persianas al autocar y así de mono se queda. No me preguntéis de que estaban hechas las persianas, viendo como estaba el autobús de guarro creo que era pura roña solidificada.

Y el conductor adelantaba a todo lo que se le ponía por delante, a golpe de claxón. "El que venga ya se apartará, y si no, ¡qué más da! ¡Si somos hindúes y tenemos más vidas!" Esto es como jugar al Super Mario... Así que tardamos cuatro horas en hacer 120 kilómetros De alguna manera he ido sobreviviendo y ahora estoy en Tamil Nadu, conocido por sus templos diseñados por daltónicos (es imposible que un ser humano normal sea tan hortera) y por tener los hoteles mas cutres de la India. Y yo creo que del mundo entero y de varios universos, porque en el que dormí ayer era de récord Guinness, las paredes tenían tanta roña que el día que quieran limpiarlas tendrán que hacerlo por sorpresa para que no se defiendan los cristales de las ventanas y el tipo que anda pidiendo limosna en las escaleras.

Y por la mañana el recepcionista vino a preguntarme si quería un "massage madame". Fue una escena típica de peli de Pajares y Esteso. El tipo alargando la zarpa y yo cerrándole la puerta en las narices "No thank you. Y no me llames Madame, que esto no es un puticlub!"

Otra cosa maravillosa de Tamil Nadu son los nombres de los sitios: Thiruchchirappali, Puliancholai, Vekkialamalam... Y tu en la estación de autobuses, pensando: "Mira para qué valían los trabalenguas". Y mientras te van rodeando más y más hindúes, hablando entre ellos y moviendo la cabeza para todos lados, como diciendo, pues estás buena, bonita.

Hasta que al final aparece alguno con dotes de telépata, y tú le preguntas: "¿The bus to TIRUCHIPALI?" Así como vocalizando, y el tipo te contesta, "Ah, ¿TANRRATACHALI?", o cualquier otra cosa que no suena ni remotamente parecido. "This way, this way", y ya llegados a este punto, con media estación mirándote y cuatro tirándote de la camisa y pidiendo limosna, pues te montas. Mira tú, como si acabo en Afganistan. Pero bueno, de momento siempre acabo llegando a donde quería en un principio...

De todas maneras, no todo es sufrimiento. También me culturizo, que conste: He ido a ver una demostración de Khatakali, que es una especie de ópera de mas de 4000 años de antigüedad. Los actores se visten como drag queens de todo a cien (si es que está ya todo inventado), no hablan sino que hacen muecas como Martes y trece en sus viejos tiempos y representan historias de la épica hindú.

La que yo vi era la historia universal y edificante de "chico conoce chica", "chica resulta ser una lagarta" (en este caso un demonio), "chico le da para el pelo" ante el regocijo del publico. Una verdadera maravilla y va en coña. De vez en cuando hay que liberar a tu hortera interior.

Bea Piñeiro

Fotografía | Travelblog En Diario del Viajero | Una gallega en la India: Primeros pasos por Bombay y Goa

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