Los mapas del futuro no solo serán geográficos, sino emocionales
Cajón de sastre

Los mapas del futuro no solo serán geográficos, sino emocionales

Una de las cosas que más me ha gustado hacer siempre es perderme en la contemplación de mapas, ya sean políticos como geográficos. Paseo los ojos por los nombres de lugares que quizá nunca pisaré, resigo fronteras imposibles, trato de imaginar cómo viajan las personas de la península a esa isla en mitad de un lago, fabulo con la posibilidad de recorrer grandes regiones en coche...

Ahora los mapas, tras la digitalización, ya no son tan necesarios como antes. Ponemos una dirección, nos encomendamos a San Google, y simplemente nos dejamos llevar. Sin embargo, el siguiente paso (de hecho, ya empieza a pasar), será la configuración de mapas emocionales.

El Yo en el mapa

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El problema de los mapas actuales es que son estáticos y muestran exactamente las mismas cosas a todo el mundo. A no ser que fijemos filtros, un tanto generales, a propósito de que se reflejen restaurantes, cafeterías o supermercados, por ejemplo, los mapas son entidades a las que nosotros nos debemos adaptar.

Pero ¿y si sucediera justo al revés? ¿Y si los mapas se adaptaran a nosotros? ¿Y si en los mapas aparecieran reflejadas las cosas que realmente nos interesan a nosotros y solo a nosotros? ¿Y si pudiéramos navegar por mapas emocionales, tanto nuestros como de las personas que apreciamos por alguna razón?

De momento, estas ideas (que no tardarán en llegar), ya empiezan a vislumbrarse en algunos proyectos o pruebas piloto. Algo muy parecido fue lo que llevó a cabo el artista y diseñador londinense Christian Nold gracias a la tecnología de Google Earth.

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Equipó a 100 voluntarios en Greenwich, Inglaterra, con equipos que medían la respuesta galvánica de la piel y la posición GPS. Los voluntarios solo debían salir por la ciudad y tomar nota de cualquier emoción que sintieran.

Nold unió todos los datos de seis meses de seguimiento con Google Earth, generando un mapa emocional al que llamó biomapping. Al parecer, los lugares que suscitaban emociones más fuertes eran las cruces de las carreteras donde se señalaba que se había producido un accidente de tráfico.

Más tarde se amplió el proyecto para concebir mapas emocionales de Suomenlinna, en Finlandia; Siena, en Italia; Róterdam, en Holanda; San Francisco, en Estado Unidos, y otra media docena de sitios en Inglaterra.

Pronto, podremos nuestros mapas se irán configurando en tiempo real en función de los lugares que mayormente visitamos o en los que nos quedamos más tiempo detenidos, contemplando. También en función de los lugares que nos emocionan o nos pasan cosas más interesantes (a nuestro juicio). Dentro de poco cada viaje será completamente diferente al de los demás. A no ser que decidamos copiar al dedillo el de los demás.

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