Garachico, el pueblo de Tenerife al que un volcán cambió su historia

Garachico, el pueblo de Tenerife al que un volcán cambió su historia
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En el norte de la isla de Tenerife encontramos el municipio de Garachico, uno de los más bonitos de la isla por la cantidad de edificios y caserones antiguos que tiene, además de su fortaleza y unos concurridos charcos para bañarse. La historia de Garachico está marcada por la de una erupción volcánica que cambiaría su destino para siempre.

Durante los siglos XVI y XVII, a los cuales pertenecen la mayoría de sus edificios emblemáticos, Garachico se alzaba como el principal puerto comercial de la isla de Tenerife, con intercambio de mercancías con América y toda Europa. Sin embargo, en 1706 la erupción del volcán Trevejo –también conocido como Arenas Negras- destrozó todo el puerto de Garachico con sus coladas de lava, llevando a la ciudad a un periodo de decadencia y favoreciendo el auge del Puerto de la Cruz.

Glorieta de San Francisco y Plaza de la Libertad, centro de Garachico

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Formando un espacio urbano doble, la Glorieta de San Francisco y Plaza de la Libertad son el centro de la localidad de Garachico, lugar donde se concentran buena parte de sus edificios más significativos. Aquí, encontramos el Antiguo Convento Franciscano (s. XVI), convertido en Casa de la Cultura, y su iglesia anexa dedicada a Nuestra Señora de los Ángeles. Así mismo están la casa solariega del marquesado de la Quinta Roja (s. XVII) ahora rehabilitada como hotel, la casa-palacio de los condes de La Gomera y marqueses de Adeje (s. XVII), hoy sede del espacio de arte “La Casa de Piedra”, las Casas Consistoriales (segunda mitad del s. XIX), así como el templo de Santa Ana, cuya construcción original corresponde al siglo XVI pero que tuvo que ser reconstruido entre 1714 y 1721 tras la erupción volcánica.

Fue ya a finales de la segunda década del siglo XIX cuando la Glorieta de San Francisco fue ampliada como plaza pública sobre unos solares de edificaciones devastadas por el volcán, surgiendo así la actual Plaza de la Libertad. Este nombre le fue dado durante la Segunda República, el cual se le quitó en el franquismo y se le devolvió en los años ochenta, aunque popularmente se le conoce como la Plaza de Arriba.

La Plaza Juan González de la Torre, entrada al antiguo puerto

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Cruzando la calle Francisco Montesdeoca y García llegamos hasta otro de los puntos históricamente más relevantes de Garachico, la Plaza Juan González de la Torre, llamada también Plaza de Abajo o Plaza de la Pila, en referencia a la curiosa fuente que hay en su centro poblada de una planta llamada ñamera.

En esta plaza hay un bonito parque donde se encuentra la llamada Puerta de Tierra, resto arquitectónico de las instalaciones de aquel importante puerto que tuvo Garachico en el siglo XVI. Podemos ver la puerta por la que debían pasar las personas y mercancías que entraban o salían a la ciudad hasta catástrofe de 1706. Es muy curioso porque nos da la sensación de que este punto está muy metido en tierra, pero en su día estaba a pie de mar, y podemos así apreciar todo el terreno que comió al agua la colada de lava de la erupción.

El castillo de San Miguel y los charcos de El Caletón

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Junto al mar encontramos una fortaleza defensiva conocida como castillo de San Miguel, mandado a construir en el siglo XVI por Felipe II con la intención de proteger este puerto comercial del ataque de piratas. Levantado sobre plante cuadrada, posee muros de sillería gruesos rematados con almenas como corresponde a su función defensiva. Sobre su puerta principal podemos ver los escudos heráldicos de Emperador Carlos I de España y V de Alemania.

Tras la erupción del Arenas Negras y la consecuente desaparición del puerto, el castillo de San Miguel quedó inservible. Ahora, corona los charcos de El Calentón, un espacio lúdico para bañarse. Las coladas de lava realizaron caprichosas formas sobre el agua que ahora hacen las veces de piscinas naturales, a las cuales se les han puesto escaleras y zonas pavimentadas para poder tumbarse con la toalla. Los más pequeños lo pasarán en grande aquí.

Fotos | Álvaro Onieva y Pixabay

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