El Tributo de las Tres Vacas, entre pueblos del Pirineo, se paga desde hace seis siglos
Cada 13 de julio, la piedra de San Martín es el escenario del pago de un tributo que ese repite desde el año 1375. Habitantes de los pueblos de los valles de Roncal (España) y Baretous (Francia), se reúnen en este hito fronterizo para pagarlo con... tres vacas.
Un curiosa tradición que se respeta y está considerada como el tributo más antiguo de Europa y que ha sabido sortear cambios políticos, guerras, y transformaciones varias a lo largo de más de 6 siglos.
¿Cuál es la historia que se esconde detrás de esta tradición, declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial por el Gobierno de Navarra en el 2005?
Todo surge por una disputa entre familias de dos pueblos, de ambos valles. La discusión por unos terrenos de pastoreo llegó a las manos, y de allí al derramamiento de sangre con emboscadas por parte de unos para asesinar a integrantes de la familia rival. Y luego la venganza.
Así fue como los pueblos de Isaba, Uztarroz, Urzainki y Garde del valle de Roncal, se vieron enfrascados en un grave conflicto legal con sus vecinos de los pueblos franceses del Valle de Baretous, luego de que en la batalla de Aguincea (1373) quedaran más de 200 muertos en el campo.
Las instituciones más altas (reyes y vizcondes) no consiguieron poner paz en esta zona pirenaica, y así se optó por llamar a mediar en el conflicto al alcalde de la cercana localidad aragonesa de la villa de Ansó. Nadie como otro de ellos, campesino y pastor, como para entender la importancia del conflicto y encontrar un acuerdo.
Se llega así al el 16 de octubre de 1375 cuando se dictó la sentencia por la que el valle de Baretous debía compensar al valle de Roncal cada 13 de julio con tres vacas de dos años de edad, en buenas condiciones y con toda su dentadura.
Este Tributo de las Tres Vacas fue incluido en un anexo del Tratado de los Pirineos que, firmado en 1659, definiera las fronteras entre España y Francia. Por cierto, ese tratado se firmó en la Isla de los Faisanes de la cual hablamos hace un tiempo: La isla española que se convierte en francesa durante seis meses por año (y donde se celebró la boda que decoró Velázquez).
Aún hoy, cada 13 de julio se reúnen locales y visitantes vestidos con trajes de época para revivir ese momento, en el que los representantes de todos los pueblos antes enfrentados, ponen sus manos sobre el mojón fronterizo 212 o piedra de San Martín para volver a sellar la paz entre ellos.
Previamente, veterinarios del pueblo de Isaba han comprobado que las tres vacas gozan de buena salud y tienen todos sus dientes.
Fotos | Turismo de Navarra y Silvia del Moral en Minube
En Diario del viajero | Las Foces de Lumbier y de Arbayun, los cañones más espectaculares de Navarra