Zug: la ciudad donde no se pagan impuestos, no hay paro y los pobres ganan 100.000 euros

Zug: la ciudad donde no se pagan impuestos, no hay paro y los pobres ganan 100.000 euros
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Imaginaos una ciudad utópica rodeada de picos nevadas, a orillas de un lago cristalino, donde las hamburguesas cuestan 200 dólares. Parece un precio excesivo, pero allí se lo pueden permitir. Ahora imaginaros que en esta ciudad no se pagan impuestos. Que todo el mundo trabaja.

Dejad de imaginar. Esa ciudad existe. Está en Europa, concretamente en Suiza, a orillas del lago Zugsee. Y se llama Zug.

En su libro Un reportero en la montaña mágica, el periodista y escritor Andy Robinson dedica todo un capítulo a este rara avis socioeconómico llamado Zug con estas palabras que parecen salidas de una novela de fantasía:

Zug, una pequeña localidad de 19.000 habitantes situadas en la orilla del lago Zugsee (Suiza) aloja, en apenas dos o tres calles, nada menos que 29.000 empresas.

No son las únicas cifras extravagantes que podemos leer: Zug tiene 29.000 empresas, entre ellas 500 sedes globales de multinacionales. La razón de esta proliferación de empresas es la laxitud de los impuestos, pues se tributa a un tipo máximo del impuesto de sociedades de tan solo el 15 % de la renta. Hay empresas que solo tributan al 8,8 %. La tasa de desempleo es inferior al 2 %.

Aquí los pobres son los que ganan menos de 100.000 euros al año. La razón es que todo en Zug es caro. Es decir, que si ganas menos de 100.000 euros, y vives en Zug, se te concede una ayuda pública mensual del cantón para pagar la hipoteca.

La ciudad del dinero

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Situada muy cerca de Zúrich, Zug se convirtió en la ciudad del dinero después de la Segunda Guerra Mundial, como forma de superar la pobreza de la posguerra. Ahora Zug es un paraíso fiscal exclusivo dentro de otro paraíso fiscal que ya es Suiza.

Zug tiene edificios grises y monótonos, abigarrados de empresas. En el número 19 de Dammstrasse, por ejemplo, hay un edificio de cuatro plantas que alberga más de 300 empresas. Entre otras empresas se encuentra la sede europea Burger King, Entre royalties y publicidad, Burger King cobra el 10 % de los ingresos de todas sus franquicias en el mundo. Y apenas paga impuestos en Zug.

En realidad, como expone Raj Patel en su brillante ensayo “Cuando nada vale nada” (2010), si se tienen en cuenta todas las externalidades medioambientales y sociales, costes que asume el Estado, el precio de una hamburguesa elaborada a partir de carne de vacas que han pastado en selvas deforestadas (como en grandes áreas del Amazonas brasileño) podría ascender a 200 dólares.

El resto de empresas instaladas en Zug también emplean, en mayor o menor medida, estrategias similares para desplazar beneficios y evitar obligaciones tributarias.

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¿Cosas positivas?

Como siempre, los lugares donde existe el mal poderoso también rezuma belleza, perfección y orden. En Zug hay una gran conciencia medioambiental. La democracia participativa es excelente. El sistema de transporte público funciona como el típico reloj suizo. Y si os gustan los coches, las calles están llenas de Porches y Ferraris.

La orilla del lago ha sido acondicionada y forma un paseo, desde donde se disfruta de las vistas gloriosas de los picos nevados del Oberland bernés, así como del Rigi y el Pilatus. Ideal para pasear.

Vía | ABC

Fotos | Wikimedia

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