El corresponsal en Japón de la BBC se va y nos deja todas estas conclusiones
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El corresponsal en Japón de la BBC se va y nos deja todas estas conclusiones

Diez años viviendo en un país hace que tengas la autoridad suficiente para escribir un gran texto lleno de todo aquello que has ido conociendo y descubriendo. Rupert Wingfield-Hayes, el corresponsal en Japón de la BBC se va y nos deja todas estas conclusiones.

Es todo un texto fantástico desde la perspectiva de alguien que ha vivido y ha aprendido en profundidad cómo es un país como Japón, escapando de análisis turísticos y demás y que resume perfectamente en un "Japón era el futuro pero está atrapado en el pasado" Le han llovido críticas y alabanzas y vamos a intentar entenderlas.

Resulta curioso todo lo que cuenta del país con la tercera economía mundial, pacífico, próspero, con la esperanza de vida más alta de todo el mundo, la tasa de asesinatos más baja, sin apenas conflictos políticos, un pasaporte poderoso y el Shinkansen... pero sin embargo parece un país que puede quedarse estancado y sin expectativa de cambio. Todo lo que los hace destacar, una vez allí es difícil de encontar.

El miedo al foráneo

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Casa popular - Japón ©Pixabay

Una de las "anécdotas" que cuenta es la tremenda curiosidad que le provoca el hecho de que hay preciosos pueblos abocados a la desaparición por el envejecimiento de la población, pero al mismo tiempo los habitantes se muestran totalmente reacios a recibir foráneos que puedan elevar el ratio de población.

Habla en concreto de una pequeña localidad en la península de Bōsō, que aparece como una de las 900 en peligro de desaparición y que tiene ahora 60 habitantes... Les preocupa que no quede nadie para rendir respetos a sus tumbas pero al mismo tiempo, es un cómo va a venir alguien aquí si tiene que acostumbrarse a nuestra manera de vivir y no es fácil. Extinguirse ya no sólo por falta de gente, sino porque vienen y no son como ellos.

Es más, aunque es un país en el que hay mezcla racial, eso no implica que los "acepten" de todo. Podrán idolatrar y celebrar como suyos los éxitos deportistas famosos como Naomi Osaka, pero no son del todo  "puros". Si rechazas a la inmigración y al producto de la misma, tu crecimiento, como economía y país,  se ralentiza.

El país es una gerontocracia: dominan los mayores

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©Pixabay

Rupert Wingfield-Hayes nos recuerda el hecho de que Japón, por más que pasan los años sigue siendo un país muy envejecido. Un tercio de la población tiene más de 60 años y hace que sean el país con la media de edad más alta después de Mónaco... a este ritmo de nacimientos se calcula que en 2050 habrán perdido un quinto de su población.

Ese envejecimiento hace que incluso el cambio político se convierta en algo complicado, porque si son tradicionales en sus costumbres, son tradicionales en su voto: siguen confiando en los mismos de manera casi ciega. Por no decir que muchos de los políticos en activo son "herederos" de otros nombres históricos, en  una suerte de sagas casi similares al mantenimiento de los samurais.

La economía de puertas para fuera parece fuerte, pero no

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©Pixabay

Si uno piensa en Japón, piensa en poder económico, pero nos hace ver que la realidad es muy diferente. Se pasó de una explotación inmobiliaria absoluta a que las propiedades no sirvieran nada. No es que los terrenos o las casas no aumenten de precio, es que no recuperas ni la inversión, ni por asomo.

Se gasta también dinero a expensas, un poco a lo loco, lo que hace que tengan una deuda pública que no hace más que crecer. Un par de ejemplos: los empleos innecesarios que se crean para que un sector se mantenga ocupado, como los policías jubilados que vigilan las clases de recuperación de puntos del carné, o las cuatro personas que te atienden a la vez en una gasolinera. Es muy común tener a seis personas haciendo el trabajo de tres.


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Tapa de alcantarilla japonesa @Pixabay

Pero la historia curiosa relacionada con el gasto público excesivo es el de las tapas de alcantarilla. Primero en un pueblo de los Alpes Japoneses, tras aparecer los huesos de un elefante antiguo, decidieron hacer una tapa conmemorativa... que terminó por significar cambiar las de toda la ciudad... hasta que se extendió por todo Japón, al módico precio de unos 900€ Un dispendio excesivo.

En resumen, Rupert Wingfield-Hayes echará de menos la que fue su casa durante diez años, su sentido de la tradición, pero no tanto la economía, la burocracia y las tradiciones inamovibles que están, quizás, llevando al país al hundimiento.

Lo dicho, ha habido posturas dándole la razón y otras, discutiéndole sus conclusiones. Quizás un poco por el camino del medio tenemos  esto, que le da la razón, pero al mismo tiempo rebate alguna de sus teorías.

Imagen portada | ©Pixabay

https://www.bbc.com/news/world-asia-63830490

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