El País Vasco es una de esas comunidades que, a pesar de su reducido tamaño, guarda una diversidad natural sorprendente. Entre sus acantilados vertiginosos, bosques húmedos y valles que parecen dormidos en el tiempo, existe un rincón que rompe completamente con la imagen clásica del norte verde y lluvioso. Allí, en lo profundo de Gipuzkoa, el paisaje se vuelve irreal: las montañas se tiñen de ocres, verdes, morados y rojizos, como si la tierra hubiese sido pintada con una paleta de acuarelas.
Este lugar fascinante se llama el Valle de los Colores y se encuentra en la cuesta del monte Jaizkibel, entre Hondarribia y Pasaia. El entorno de Labetxu, como se le llama localmente, es completamente distinto a cualquier otro rincón del País Vasco. Aquí, la vegetación da paso a un suelo agrietado, texturas casi volcánicas y colinas multicolores que parecen reflejar la luz de una manera especial según la hora del día. En verano, los contrastes son aún más intensos, y el calor es mucho más moderado que en el interior o en el sur de España, lo que permite recorrerlo cómodamente sin agobios térmicos.
Por su extraordinaria riqueza geológica, no es solo un paisaje que impacta visualmente, es también un libro abierto sobre la historia geológica del planeta, un testimonio de las transformaciones que la Tierra ha experimentado a lo largo de millones de años.
Labetxu, el secreto multicolor de Jaizkibel que sorprende a todo el que lo descubre
@viajeenfoque Labetxu, el Valle de los colores, en el monte Jaizkibel, una maravilla geológica, que transforma la roca en una sinfonía cromática de blancos, rojos, negros, anaranjados, amarillos, violetas..., y formas casi inverosímiles hasta lograr uno de los espacios naturales más sorprendentes de Euskadi. Se encuentra junto al mar en las faldas del monte Jaizkibel, entre Hondarribia y Pasai Donibane.#miviaje #travel #paisvasco #euskalherria #turismo #viajeros #gipuzkoa ♬ оригинальный звук - viajeenfoque
El origen de este terreno casi alienígena data de entre 48 y 56 millones de años, durante el Eoceno, este valle se encontraba sumergido bajo un antiguo mar profundo, a más de mil metros bajo la superficie. Los sedimentos marinos y los procesos geológicos posteriores dieron lugar a las singulares formaciones que hoy podemos observar en la superficie.
Recorrerlo es una aventura que sorprende por las impresionantes formaciones que se encuentran allí. Cada rincón ofrece una composición distinta y espectacular, especialmente si se visita en el momento adecuado: los días soleados son ideales, ya que la luz natural acentúa los contrastes y realza los colores de las rocas con una intensidad que sobrecoge.
Además de pasear por sus senderos principales y dejarse hipnotizar por el cromatismo del suelo, el Valle de los Colores ofrece una red de rutas de senderismo aptas para diferentes niveles, y miradores desde donde se pueden captar algunas de las mejores vistas fotográficas del lugar. Por supuesto, este se ha convertido en uno de los destinos predilectos para los amantes de la fotografía, que encuentran en este paisaje un escenario verdaderamente único en Europa.
Eso sí, llegar hasta allí no es tan sencillo, lo que ha contribuido a que siga siendo uno de los tesoros escondidos del País Vasco. No hay transporte público directo y el acceso requiere algo de planificación. Lo más recomendable es desplazarse en coche. Desde Donostia/San Sebastián se tarda menos de una hora, y desde Bilbao, alrededor de hora y media. El acceso más habitual es desde el Hondarribia, donde comienza un sendero que conduce hasta la zona principal del valle. Aunque no es un lugar masificado, conviene madrugar, especialmente en los meses de julio y agosto, para disfrutarlo con tranquilidad y con buena luz para la fotografía.
Imagen | Vaude
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