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Este peculiar castillo manchego tiene forma de estrella de seis puntas y está a menos de dos horas de Madrid

Escenario de películas como "El Cid y "El Señor de Los Anillos", esta fortaleza es una de las más sorprendentes y mejor conservadas de España

Castillo Belmonte
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Liliana Guerra

En el corazón de La Mancha, entre suaves colinas y campos dorados, se levanta una fortaleza que parece trazada con compás. Su planta en forma de estrella, sus torres redondeadas y su magnífico estado de conservación la convierten en una de las construcciones más singulares de la arquitectura castellana. No es extraño que su estética haya atraído a directores de cine: el castillo ha servido de escenario para películas como El Cid (1961), con Charlton Heston y Sophia Loren, o El Señor de los Anillos, que aprovecharon su aspecto legendario y su aire intemporal.

A pesar de su majestuosidad, el castillo sigue siendo un lugar tranquilo, alejado de las grandes rutas turísticas. Su encanto reside precisamente en eso: en poder recorrer sus muros y torres sin prisas, descubrir la geometría perfecta de su trazado y apreciar los detalles góticos y mudéjares que lo convierten en una joya arquitectónica poco conocida. Cada sala, cada pasillo y cada mirador parecen conservar la huella de los siglos, ofreciendo la oportunidad de conectar con una parte esencial de la historia castellana, donde la arquitectura y la memoria se funden en un mismo relato.

Hablamos del Castillo de Belmonte, una fortaleza construida en el siglo XV, que hoy se presenta como un ejemplo excepcional de cómo el patrimonio puede conservarse sin perder autenticidad. Hoy, esta no solo es una joya arquitectónica del gótico-mudéjar, sino también un símbolo de cómo el tiempo puede transformar las ruinas en monumentos vivos, donde la historia y la belleza se dan la mano y logran sorprender a quienes le visitan.

Castillo de Belmonte, la estrella renacentista de La Mancha

Castillo Belmonte

En sus orígenes, esta fortaleza nació del poder y la ambición de uno de los hombres más influyentes del siglo XV: Don Juan Pacheco, primer Marqués de Villena. Mandó levantarla en torno a 1456, en tiempos turbulentos de la Castilla de Enrique IV, como símbolo de su dominio y refugio seguro en caso de conflicto. La dirección de las obras recayó sobre el maestro Hanequín de Bruselas, con la posible colaboración del arquitecto Juan Guas, autor de obras tan emblemáticas como el monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo. El resultado fue una construcción sin precedentes: un castillo de planta triangular hacia el interior y poligonal hacia el exterior, con seis torres cilíndricas que le confieren esa silueta estrellada que lo distingue entre todas las fortalezas peninsulares.

Durante siglos, el castillo fue testigo del auge y declive de distintas generaciones de nobles. Tras el esplendor inicial, llegó el abandono. Entre los siglos XVII y XVIII comenzó su deterioro hasta que, a mediados del XIX, la emperatriz Eugenia de Montijo, descendiente de los Pacheco y esposa de Napoleón III, impulsó una restauración monumental. Bajo la dirección del arquitecto Alejandro Sureda, se respetó su estructura original, pero se adaptaron los interiores al gusto romántico de la época. Más tarde, el edificio tuvo distintos usos: convento, prisión y sede educativa, hasta que fue declarado Monumento Nacional en 1931. Ya en el siglo XXI, una profunda rehabilitación lo ha devuelto a la vida, abriendo sus puertas al público en 2010 como uno de los castillos mejor conservados de España.

El interior del Castillo de Belmonte conserva la elegancia y el detalle que caracterizan a las grandes obras del gótico tardío. Sus salas, restauradas con esmero, muestran techumbres de madera tallada, bóvedas decoradas con mocárabes y ventanales apuntados que filtran la luz con delicadeza. La antigua capilla, de planta octogonal, y el Salón de Embajadores son dos de los espacios más destacados, con una decoración que combina lo mudéjar y lo renacentista. Cada estancia está pensada para evocar la vida en una corte medieval: desde los dormitorios hasta el gran salón donde antaño se celebraban banquetes y audiencias.

Belmonte Trebuchet Park

Hoy, esta fortaleza manchega ofrece una experiencia completa para quienes deseen sumergirse en la historia. Se puede recorrer libremente con audioguía, participar en visitas teatralizadas protagonizadas por personajes históricos o disfrutar del Trebuchet Park, un espacio único con réplicas a escala real de máquinas de asedio medievales. Es el mayor parque de este tipo en el mundo, con demostraciones de catapultas, arietes y balistas que fascinan a niños y adultos por igual. La visita se complementa con un paseo por sus murallas y torres, desde donde se domina una panorámica espectacular de la llanura manchega, especialmente al atardecer.

Algunos consejos a tener en cuenta antes de visitarlo

El castillo se encuentra en Belmonte, Cuenca, a apenas hora y media de Madrid y poco más de una hora de Toledo o Cuenca capital, así que para hacer una escapada completa lo más recomendable es llegar temprano y dedicar al menos dos horas a la visita . Las entradas pueden adquirirse en la web oficial y conviene reservar si se desea asistir a las visitas teatralizadas, que suelen tener aforo limitado. Tras la visita, merece la pena pasear por el casco antiguo de Belmonte, visitar su colegiata gótica y probar la deliciosa gastronomía local en alguno de sus restaurantes tradicionales.

Imágenes | Castillo de Belmonte

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