Conclusiones de la primer Tomatina con aforo y de pago

Conclusiones de la primer Tomatina con aforo y de pago
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"Antes llevábamos los tomates de nuestra propia cosecha. Íbamos a la plaza y allí nos divertíamos entre los amigos del pueblo. Pero últimamente sólo nos dedicamos a tirar agua desde la azotea a los turistas que lo piden." Así cuenta la gente de Buñol, en pocas palabras, el cambio sufrido por esta tradicional fiesta popular en las últimas décadas.

Aquella fiesta se transformó en un descontrol con la llegada de turistas, cuando Buñol comenzó a ser conocido en el mundo entero por su Tomatina. En las últimas ediciones, el pueblo se vió desbordado por una masa humana que pasaba apenas pocas horas allí, buscando el desenfreno de la guerra de tomates. La oportunidad llamó a muchos a "hacer su agosto" y llegarse a Buñol para aprovechar la movida.

Se calcula que el año pasado 40.000 personas inundaron las calles de Buñol y con ellas aparecieron quienes armaban su puesto para vender gafas de buceo para protegerse los ojos de los tomatazos, y luego, camisetas limpias (a precios de Dubai); y aquellos que cobraban para cuidar una mochila (o cien mochilas) en el garage de casa. Y también los que llegaban buscando hacer el mal, mientras los ingenuos se bañaban en tomate: el año pasado se robaron mas de 60 vehículos durante la celebración de la Tomatina (que no ocupa mas de una mañana).

La autoridades de Buñol decidieron tomar algunas medidas para controlar este desmadre. Pusieron un aforo máximo de visitantes: 20.000 y establecieron una entrada de 10 euros por persona para entrar en la "zona de tomates".

¿Y los resultados? De acuerdo a lo que he visto publicado, este año "sólo" han participado 19.800 visitantes. Que ya es una número muy considerable y que sigue dejando fuera a los auténticos dueños de la fiesta (los habitantes de Buñol) en pos del beneficio para las arcas públicas. Por lo visto, esta menor cantidad de gente se notó en una mayor facilidad de desplazamiento por las calles del pueblo, llegaron mas autobuses (porque se organizaron mas grupos con entrada incluida) y no hubo robos de coches porque con menos gente se pudo gestionar mejor la seguridad.

Eso sí, la Tomatina siguió hablando en japonés, ruso, inglés, alemán o francés. Y los vecinos siguen mirando desde la azotea cómo los guiris teñidos de rojo, les piden agua.

Foto | aaroncorey En Diario del Viajero | Mas sobre la Tomatina

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