¿Por qué a partir de 1952 la comida de avión se hizo tan mala?
Seamos francos: la comida de avión deja mucho que desear. Cualquiera que se alimentara solo de esa clase de comida durante más de una semana seguramente acabaría odiando la comida. Sin embargo, las cosas no siempre fueron así.
Hace años, comer en un avión era toda una experiencia gastronómica, donde se servía langostas frescas, por ejemplo. Pero todo cambió en 1952.
La clase turista
En 1952 se introdujo la clase turista y las economías de escala, cuando la cantidad de pasajeros aumentó drásticamente. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) no ayudó tampoco, impulsando directrices que limitaban la comida que podía ofrecerse durante los vuelos, al menos en clase turista.
De hecho, Scandinavian Airlines tuvo que pagar una multa de 20.000 dólares por haber servido a sus pasajeris un panecillo demasiado delicioso que suscitó las quejas de Pan Am, la competencia.
A todo esto se suma que cada vez se invierte menos en la comida que se ofrece durante los vuelos (si es que se ofrece algo). Una política que tampoco es responsabilidad de las aerolíneas: la comptencia es feroz, y a diez mil quinientos metros de altura la comida es menos sabrosa debido a la presión atmosférica y la falta de humedad.
Esto último obliga además a servir la comida cada vez con más sal y azúcar, a fin de intensificar el sabor, lo que finalmente provoca que el menú de avión no sea demasiado sano. De hecho, se estima que los británicos, por ejemplo, son capaces de ingerir más de 3.400 calorías entre el momento en que facturan el equipaje en el aeropuerto y la llegada a su destino.
Además, ahora viajar es más seguro, y eso también influye en la calidad de la comida, como explica Charles Spence en su libro Gastrofísica:
Hubo una época en que la comida era prácticamente lo único que distraía a los pasajeros de los pensamientos acerca de su propia muerte si los motores del avión, aún no del todo fiables, fallaban. Por lo tanto, la calidad de esta era especialmente importante, dado que los pasajeros apenas tenían otra cosa con qué entretenerse, si no era mirando por la ventana. Sin embargo, ahora todo es distinto. Para empezar, y por suerte, viajar en avión es más seguro que nunca. Y, además, los pasajeros suelen tener entretenimiento de todo tipo con solo tocar un botón.